La economía más grande de Europa se encuentra entrampada en sus propias decisiones

ES HORA DE ACCIONES OPORTUNAS 

Pedro Luis Martín Olivares – En la cultura anglosajona Law and Economics o el Análisis Económico del Derecho en español, define un campo de aplicación de la teoría económica, principalmente la microeconomía y las bases conceptuales de la economía del bienestar, al examen de la formación, estructura, procesos e impactos económicos de la ley y de las instituciones legales.

La ley y la economía interactúan en formas diferentes, pero vale destacar que la convergencia del derecho y la economía tiene importantes consecuencias no solamente para las disciplinas económicas y jurídicas en cuanto tales sino para disciplinas contiguas como la ciencia política y la sociología.

Ronald Coase, premio Nobel de economía 1991, es uno de pilares básicos del Análisis Económico del Derecho. El trabajo de Coase gira en torno a un tema específicamente económico, la cuestión del tratamiento del costo social o, en otros términos, los efectos externos producidos por las actividades económicas. Estos efectos –externalidades, en el lenguaje de los economistas– son las premisas fundamentales del acercamiento de la economía al derecho, poniendo de relieve, por un lado, el concepto de externalidad para una teoría económica de las instituciones, y de otro lado, el lugar central que ha de tener el problema del costo del derecho en el análisis de la realidad jurídica.

El caso que vive Alemania hoy en día es un ejemplo del Análisis Económico del Derecho. Alemania se enfrenta a formas distintas de soluciones extrañas de esquivar su freno legal de la deuda.

Para cumplir con sus obligaciones climáticas y actualizar su infraestructura digital, Alemania necesita reunir unos 50.000 millones de euros o 57.000 millones de dólares al año en inversión pública. Pero un «freno de la deuda» introducido en la constitución en 2009 limita el endeudamiento anual al 0,35% del PIB nominal, equivalente a unos 12.000 millones de euros. Cambiar la constitución parece imposible. Cuadrar este círculo significa que los tres partidos que ahora negocian un acuerdo de coalición, después de las elecciones de septiembre, necesitarán desarrollar algunos trucos propios.

Varios están haciendo las rondas. El primero es establecer empresas públicas fuera de presupuesto que puedan acceder a los mercados para obtener fondos destinados a objetivos específicos: aislar edificios, por ejemplo, o estaciones de carga para vehículos eléctricos. Deutsche Bahn, el gigante ferroviario de Alemania, opera de esta manera. Una propuesta relacionada pero distinta es reforzar el KFW, el banco de desarrollo estatal, para permitirle apalancar fondos privados para inversiones verdes. En teoría, se podrían recaudar cientos de miles de millones de esta manera, aunque las normas de la UE sobre ayudas estatales son una limitación.

Una artimaña más astuta es emprender una avalancha de préstamos puntuales en 2022, explotando la suspensión temporal del freno de la deuda aplicado el año pasado, que permitió al gobierno financiar planes de licencias y similares en la pandemia. Los expertos han mencionado una suma de 500.000 millones de euros, que se gastarán durante la próxima década. Pero un plan mal diseñado podría atraer la atención del tribunal constitucional de Alemania.

Quizás el movimiento de muñeca más inteligente proviene de Dezernat Zukunft, un grupo de expertos con sede en Berlín. Observando que el freno de la deuda se basa en estimaciones de la misteriosa «brecha del producto», o la diferencia entre el PIB actual y una medida del potencial de la economía, el grupo sugiere modificar algunos de los factores de ese cálculo. Asumir más holgura en el mercado laboral de la que hace el Ministerio de Finanzas, por ejemplo, elevaría el límite del gasto. Los conservadores descartan la idea como “economía de Pippi Calzaslargas”. Pero no implica ningún truco legal y se basa en suposiciones no más extravagantes que las que ya están en uso. “Nadie comprende estos métodos burocráticos, por eso son políticamente atractivos”, dice Jens Südekum de la Universidad Heinrich-Heine en Düsseldorf. Podrían sumar 20.000 millones de euros de gasto anual.

Las fuentes más convencionales pueden ofrecer migajas fiscales. Un nuevo acuerdo global de impuestos corporativos podría recaudar algunos miles de millones, al igual que la legalización y la tributación del cannabis, que probablemente ocurra bajo el próximo gobierno. Los fondos climáticos de la UE podrían ofrecer algo más. Podría recortarse algún subsidio. Y, de todos modos, el gobierno tiende a subestimar los ingresos fiscales proyectados; 2020 aportó 11.400 millones de euros más de lo esperado.

Cada una de estas propuestas, en diversos grados, puede llegar al acuerdo de coalición prometido para fines de noviembre. El absurdo de algunas de las mejores mentes económicas de Alemania inventando complejos planes para escapar de las limitaciones autoimpuestas del país, no se les escapa a todos. «Es ridículo que se dedique tanto tiempo a tratar de encontrar una forma de evitar las reglas que nos hemos fijado», dice Philippa Sigl-Glöckner de Dezernat Zukunft. Hacer clic en los anuncios de «un truco extraño» rara vez es prudente. Pero Alemania se ha dejado pocas opciones. 

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Pedro Luis Martín Olivares
Economía y Finanzas

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