El escándalo Aukus – Estados Unidos y Australia toman la decisión de sacar a Francia de acuerdo multimillonario

Pedro Luis Martín Olivares – Francia entra en cólera y no es para menos, el llamado “Acuerdo del siglo” por los medios de comunicación llega a su fin y no en los mejores términos. El 16 de septiembre Jean-Yves Le Drian ministro de Relaciones Exteriores de Francia, con evidente molestia hace publica la decisión de Australia, Gran Bretaña y Estados Unidos de sacar a su país de la alianza tripartita para la construcción de submarinos nucleares con un nuevo pacto de seguridad.

El inesperado anuncio sorprende a Francia. Australia ha acordado un nuevo pacto de defensa para contrarrestar a China en la región del Indo-Pacífico provocando el rechazo contundente del gobierno francés, a lo que el ministro de Relaciones Exteriores ha denominado como una «puñalada por la espalda”. Se supone que con esta decisión se deja sin efecto el contrato de 90.000 millones de euros (105.000 millones de dólares) con la empresa francesa de construcción Naval Group para favorecer a los Estados Unidos para la fabricación de submarinos nucleares, situación que ha dejado a los franceses enfurecidos y humillados.

Las reacciones no se hicieron esperar, los franceses llamaron a consulta a sus embajadores en Washington y en Australia, por primera vez desde la década de 1790. Esta decisión del gobierno francés no se debe sólo a la ruptura de un gran contrato, pues Francia es la única gran potencia militar del bloque por lo que tiene una industria de defensa lo suficientemente grande como para poder absorber las pérdidas. Pudiese ser más bien un acto de soberbia. Esta no es la primera vez que el país europeo se ve envuelto en una situación como esta, sin embargo, es la primera vez, que las consecuencias negativas recaen directamente sobre ellos, en 2015 París rescindió un acuerdo con Moscú sobre la construcción de dos portahelicópteros de asalto anfibios de La Mistal, contrato valorado por 1.200 millones de euros.

En numerosas ocasiones recientes, en reuniones con representantes de los gobiernos de Australia y Estados Unidos, se hizo creer a los franceses que esta asociación, y el acuerdo submarino, estaban intactos. Tan recientemente como el 30 de agosto, en una reunión conjunta de los ministros de Defensa y Relaciones Exteriores de Francia y Australia, los dos países hicieron una referencia explícita a «la importancia del futuro programa de submarinos» y «se comprometieron a profundizar la cooperación de la industria de defensa». Pero súbitamente, dos semanas después, los australianos rompieron el trato.

AUKUS tiene como objetivo reforzar la capacidad naval de Australia, especialmente en el Mar de China Meridional, y permitir que Estados Unidos y sus aliados se enfrenten mejor al creciente poder militar de China en la región. Le Drian reclamó secamente en sus declaraciones recientes: «Los aliados no se hacen esto entre sí…», por su parte dice Benjamin Haddad, en el Atlantic Council en Washington expresó: “…Los estadounidenses pasaron por alto por completo el hecho de que esto no era sólo un contrato comercial… esto era la base de la estrategia del Indo-Pacífico de Francia…».

Por su parte Gran Bretaña se esfuerza para contener la reacción internacional, Boris Johnson declaro ante el parlamento que el acuerdo de defensa de AUKUS “no tenía la intensión de ser contradictorio”. Es muy difícil exagerar el sentimiento actual de agravio en París. Se espera que la presente situación no conlleve a consecuencias de mayores proporciones más que el retiro del personal diplomático. Francia y Estados Unidos mantienen una colaboración militar y operativa importante en el Sahel. El primero mantiene más de 5.000 soldados en esta región del noroeste de África como parte de una operación antiterrorista, para la que el segundo proporciona un apoyo fundamental de inteligencia y logística.

En París, la preferencia de Joe Biden por tratar con aliados de habla inglesa hace que la búsqueda de lo que los franceses llaman «soberanía europea» sea aún más urgente que nunca. “El comportamiento de Estados Unidos ha sido desagradable, pero refuerza un análisis que ya ha derivado de varios grupos de análisis y es que, para Estados Unidos, los aliados cuentan poco. Así que tenemos que poder actuar por nosotros mismos”.

Es muy probable que la brecha de confianza con Estados Unidos y Australia en particular, llevará algún tiempo superarla. Seguramente hará que Francia sea un jugador desconfiado en otros asuntos y hará que sea menos probable que se comprometa cuando se trata, por ejemplo, de hacer cumplir el acuerdo de divorcio Brexit de Gran Bretaña con la Unión Europea. También obligará a los franceses, si no a reconsiderar su capacidad para seguir su propia estrategia del Indo-Pacífico, al menos a enfrentar sus límites cuando se los compara con una alianza anglófona.

China ha condenado el acuerdo, diciendo que la cooperación de las potencias occidentales en submarinos nucleares daña gravemente la paz y la estabilidad regional y pone en peligro los esfuerzos internacionales para promover la no proliferación de armas nucleares. Otros pueden tener miedo de molestar a Estados Unidos haciendo pública cualquier simpatía que puedan tener por la posición de Francia. Es poco probable que Macron pueda sumar a sus compatriotas europeos en este asunto. Tal como están las cosas, los europeos no están de acuerdo entre ellos sobre lo que realmente quieren decir cuando hablan de “autonomía estratégica”, y tienden a ser mucho mejores en la redacción de documentos sobre tales conceptos que en la construcción de la capacidad real necesaria para operarlos. A manera de ilustrar el punto, AUKUS se anunció el mismo día en que la Comisión Europea presentó su propia estrategia Indo-Pacífico.

El acuerdo submarino puede haber afectado sólo a Francia, no a la UE, pero la falta de expresiones de solidaridad de los amigos europeos ha sido sorprendente. Sin embargo, sean cuales sean los desafíos de construir una mayor autonomía europea, después de los eventos de esta semana, un Macron herido sin duda concluirá que Francia y Europa no tienen otra opción que intentarlo.

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Pedro Luis Martín Olivares
Economía y Finanzas

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