Un mal que no es tan malo y que es necesario para garantizar la salud económica de un país

Pedro Luis Martín Olivares - Un mal que no es tan malo y que es necesario para garantizar la salud económica de un país
Pedro Luis Martín Olivares - Un mal que no es tan malo y que es necesario para garantizar la salud económica de un país

Las huelgas ni son un mal presagio ni son totalmente inoportunas

Pedro Luis Martín Olivares – El surgimiento de nuevas tecnologías y el dominio de los gigantes de las plataformas tecnológicas  como Amazon.com Inc., Uber Technologies Inc. o la unidad de Google de Alphabet Inc., por mencionar algunos, pueden incidir en el panorama socioeconómico de un país como EE.UU, por el poder de mercado de estas  empresas y los posibles efectos negativos en la economía de este país. Sin embargo, se preguntarán como es esto posible en un país donde las estadísticas de empleos más recientes, muestran un mercado laboral bastante estable, además las empresas incertaron a más de 128.000 nuevos empleados en el sistema en el mes de octubre, mientras que el desempleo se mantuvo en los niveles más bajos reportados, aunado a esto, los salarios reflejaron incrementos a un ritmo respetable.

Todo esto hubiese sido perfecto si los datos no hubieran estados deprimidos por una costosa disputa laboral, recién finalizada, en General Motors (GM) que no solo golpeo a los Estados Unidos sino también a México y Canadá; alrededor de 50.000 obreros afiliados al sindicato United Auto Workers  (UAW) en EE.UU. iniciaron el pasado 16 de septiembre una de las huelgas más numerosas de la historia de la empresa. Sin embargo, los trabajadores de GM regresaron a sus puestos de trabajo el 1 de noviembre poniendo punto final al conflicto, donde exigían incrementos  salariales y bonificaciones especiales tanto para los empleados regulares como los nuevos ingresos. Estos disturbios pueden parecer extraños dado el sólido estado del mercado laboral. De hecho, no es un mal presagio ni es totalmente inoportuno.

El trabajo emperíco de Richard Freeman y James Medoff de 1984 ¿Qué hacen los sindicatos?, señalan que los sindicatos cumplen 2 funciones económicas principales, a lo que ellos llamaron la “Voz” y la “Salida”. Los sindicatos proporcionan a los trabajadores una “Voz”, mediante la cual los empleados frustrados pueden manifestar su insatisfacción, que de otro modo solo traería otras consecuencias laborales al empleado y este terminaría renunciando. Además ofrece una “Salida”, la comunicación puede aumentar la eficiencia al elevar la moral y ayudar a las empresas a retener trabajadores mediante la identificación y solución de problemas. Sin embargo, también tiene sus contras, los sindicatos funcionan como proveedores monopolistas de mano de obra. Al controlar la oferta de mano de obra, pueden extraer rentas, y así aumentar la compensación de los miembros, reduciendo la eficiencia económica.

Posterior a la Segunda Guerra Mundial, uno de los temas más polémicos era él de los  sindicatos. En los países más ricos del mundo, la proporción de trabajadores cubiertos por sindicatos había disminuido constantemente desde sus picos de posguerra, fuera de un puñado de países del norte de Europa. La disminución de la participación en el empleo de las industrias altamente sindicalizadas, como la manufactura, tuvo parte de la culpa. Pero la política del gobierno también jugó un papel importante. El ambiente se volvió contra el trabajo en la década de 1980, primero en Estados Unidos y Gran Bretaña, luego en otros lugares, así los políticos aprovecharon el momento. En 1981, el presidente Ronald Reagan, quien una vez dirigió el sindicato de actores de Estados Unidos, despidió sumariamente a 11,000 controladores de tráfico aéreo en huelga. En los años posteriores, el trabajo ha hablado en voz baja. Estados Unidos experimentó un promedio de 16 paros laborales importantes, que afectaron a 1.000 trabajadores o más cada año de 2001 a 2018, en comparación con 52 por año entre 1981 y 2000, y 300 por año de 1947 a 1980.

La fuerza de los sindicatos, aunque se ha visto debilitada, ellos han logrado sobrevivir. Solo en Estados Unidos representan el 37% de los trabajadores del sector público y el 7% de los del sector privado. En 2018, casi medio millón de trabajadores estadounidenses estuvieron involucrados en paros laborales. Repensar las acciones colectivas deben ser planteadas porque las condiciones del mercado laboral han mutado. Se puede esperar que los periodos de abundancia se mantenga, porque las empresas pueden manejar estas situaciones y cuando las ganancias son altas, pueden permitirse aumentos salariales. Sin embargo,  mientras que  en tiempos de estrés económico, mantener la línea de pago puede significar la diferencia entre la supervivencia y el fracaso de las empresas.

El costo de oportunidad de un paro laboral es mayor cuando la demanda es sólida. Cuando los consumidores aspiran autos nuevos, el tiempo de producción perdido es muy costoso. Como reflejo de esto, General Motors sufrió pérdidas operativas de casi 2 mil millones de dólares durante el reciente paro, según una estimación, o casi el doble de la suma de salarios perdidos para los trabajadores.

Los mercados laborales fuertes brindan más estímulo a los trabajadores frustrados que el tiempo de paro en las empresas. Los trabajadores en huelga enfrentan la pérdida de salario y, potencialmente, de empleo, amenazas que asustan menos cuando abundan los buenos empleos. Los trabajadores pueden retener de manera más creíble su trabajo de las empresas cuando no hay largas filas de trabajadores desempleados esperando para reemplazarlos. Un mercado laboral fuerte también puede dar a los trabajadores más para negociar. Pelear por una parte mayor de las ganancias de una empresa tiene poco sentido cuando no hay ganancias por las que luchar. General Motors se declaró en bancarrota en 2009, pero desde entonces se ha reorganizado y ha comenzado a obtener ganancias saludables y su panorama ha venido cambiando.

Las huelgas son más que argumentos sobre ganancias que salieron mal. También son una forma de obtener información, como lo describen John Kennan de la Universidad de Wisconsin-Madison y Robert Wilson de la Universidad de Stanford en un artículo publicado en 1993. Los sindicatos a menudo no pueden decir si la afirmación de una empresa de que no puede pagar aumentos salariales es creíble o simplemente un discurso barato. Al mantener su posición de negociación mientras las pérdidas de una huelga aumentan, una empresa puede transmitir a un sindicato que sus argumentos están enraizados en la realidad. En el caso de General Motors, los trabajadores en huelga no lograron obtener un aumento salarial mayor de lo que habían ganado en su negociación de contrato anterior, ni lograron que la empresa reabriera una planta en Ohio. Ganaron más participación en las ganancias, probablemente lo mejor que puede hacer una empresa rentable pero vulnerable, dado el riesgo de acordar paquetes de pago generosos que no pueden modificarse en tiempos de estrés financiero.

Sin embargo, la situación podría ser diferente en otras partes de la economía. Cuando los economistas argumentan que los sindicatos imponen costos económicos, generalmente asumen que los mercados son competitivos. En gran parte de la economía estadounidense, ese no es siempre el caso. A veces, uno o unos pocos grandes empleadores dominan los mercados laborales locales y, por lo tanto, pueden imponer salarios por debajo del mercado a los trabajadores vulnerables, una condición que los economistas llaman «monopsonio».

En un artículo publicado el año pasado, Mark Stelzner, del Connecticut College, y Mark Paul, del New College of Florida, sostuvieron que, en presencia del poder del monopsonio, la negociación colectiva puede reducir las rentas recaudadas por las empresas dominantes y aumentar la eficiencia económica. Para los trabajadores frustrados a causa de pagos estancados, un paro laboral puede ser la única forma de determinar si un empleador está limitado por mercados competitivos o si abusa de su poder de mercado. En este último caso, las intervenciones de los sindicatos podrían resultar económicamente útiles

En la práctica, el movimiento laboral disminuido de Estados Unidos no puede solucionar por sí solo el problema de los mercados no competitivos, ni generar mucho miedo en los corazones de los empleadores. Sin embargo, los trabajadores siguen atreviendose a intentarlo.

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Pedro Luis Martín Olivares
Economía y Finanzas

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