Programas predoctorales, un nuevo desafío para convertirse en Economista Académico

Pedro Luis Martín Olivares –  Innumerables son los retos que debe de afrontar el futuro economista en los actuales momento, y antes de comenzar a soñar con el día en que acepte el Premio Nobel, hay varias obstáculos que debe superar.

El obtener el título de pregrado apenas da inicio a una carrera, la cual puede estar llena de expectativas. Para obtener un empleo calificado en Estados Unidos, se requiere optar por un doctorado, y no un doctorado en cualquier universidad. Pero, alcanzar esta meta puede ser cuesta arriba, postularse a un programa de doctorado puede ser una tarea increíblemente abrumadora, requiere calificaciones impecables de pregrado, los cursos de matemáticas correctos y una excelente carta de recomendación.

Cada vez más, algunos programas requieren que los aspirantes de doctorado obtengan una maestría predoctoral, la experiencia práctica, es ahora, un requisito para las solicitudes exitosas, sirviendo como un nuevo peldaño en la escala profesional. Estos programas de investigación, pueden durar hasta 2 años en una universidad, este requisito no solo les ofrece la oportunidad a los estudiantes de probar su resistencia, sino que también son tanto la causa como la consecuencia de posponer las cosas.  

Un economista tenía que invertir mucho tiempo buscando experiencia laboral antes de embarcarse en un doctorado, ya fuese en consultoría, sector público o finanzas. Pero para los estadounidenses durante la última década, la naturaleza de la experiencia ha cambiado. Un estudio de Kevin Bryan de la Universidad de Toronto determinó que ninguno de los economistas que solicitaron puestos de trabajo en economía para 2013-14 habían sido asistente de investigación en instituciones académicas antes de comenzar su doctorado, pero cerca de una quinta parte de los que se graduaron en 2017-18 ya lo tenían.

Los programas formales predoctoral han florecido, especialmente en universidades élite como Harvard, Stanford, la Universidad de Chicago y Yale. “Fomentan que los estudiantes tengan la mentalidad para hacer investigación y les da una meta concreta hacia la cual trabajar”, explica un estudiante de la Universidad de Stanford. En estos programas los participantes limpian y analizan datos, redactan artículos y realizan tareas administrativas. En contraparte, pueden recibir clases gratuitas o subvencionadas, un salario en la región de 50.000 dólares, la posible coautoría de los artículos en los que trabajan y, lo más apreciado de todo, una carta de recomendación para un programa de doctorado de primer nivel. 

En parte, los predoctorales han nutrido la investigación económica. “La economía se parece más a las ciencias en términos de métodos y procesos de producción”, dice Raj Chetty de Harvard, quien dirige el equipo de Opportunity Insights, un grupo con reputación de trabajar duro sus predoctorales. Al analizar los registros fiscales que daban acceso solo a un cierto número de personas, pasó de utilizar asistentes de investigación a tiempo parcial a un equipo de laboratorio, inspirado por su propia familia de científicos. A medida que los conjuntos de datos son más grandes, las nuevas técnicas y el generoso financiaciamiento hicieron que valiera la pena esa colaboración. Otros científicos siguieron a Chetty.

Los predoctorales enriquecen tanto a los economistas como a la economía. Contribuyen a realizar una buena investigación y a abrir la profesión. Peter Henry de la Universidad de Nueva York comenzó su programa en 2014 para aumentar la representación de las minorías. Camille Gardner, una de sus predoctorales, dice que la experiencia la persuadió de seguir un doctorado y le enseñó habilidades importantes para estudios de postgrado, como por ejemplo, escribir un buen artículo. Dice pensar en el Sr. Henry como su mentor, «no solo como su jefe».

No obstante, hay consecuencias que pueden exponer de manera negativa a estos programas, esa fina línea entre la enseñanza y explotación que puede ser cruzada. Existen algunas preocupaciones de que los predoctorados dejan a los investigadores jóvenes expuestos. Los economistas académicos pueden no son recompensados ​​por una buena gestión ni castigados por ser acosadores. Michael Greenstone, de la Universidad de Chicago, sostiene que «si te portas mal, será difícil conseguir que la gente trabaje para ti». Pero los economistas académicos, como guardianes de la profesión, todavía tienen mucho poder.

Los programas varían ampliamente. A veces no está claro si los predoctores son estudiantes o empleados. Un cursante habla de las tensiones sobre el momento de las vacaciones. Otro afirma que se les dijo que colaborarían con profesores, pero luego se les dio mucha menos libertad de la que implicaba. Otro se queja de no tener suficiente tiempo para tomar clases.

Hay quienes hablan de un entorno de trabajo hipercompetitivo, impulsado por algunos profesores que clasifican a los predoctorales en sus cartas de recomendación. Más de uno manifiesta que se le pidió que hiciera una prueba estadística hasta que los resultados fuesen los que el profesor deseaba.

Afortunadamente, estas experiencias no parecen ser lo suficientemente comunes como para disuadir a muchos predoctorales de hacer doctorados. Según una nueva encuesta de alrededor de 200 predoctorales realizada por Zong Huang y Pauline Liang de Stanford y Dominic Russel de la Universidad de Nueva York, solo el 12% dice que su posición actual ha disminuido su interés en más estudios.

Sin embargo, es menos claro que los predoctorales estén ayudando a diversificar la profesión. La evidencia sobre la pregunta es mixta. Aquellos en las siete instituciones principales que respondieron a la encuesta estaban aproximadamente equilibrados en términos de género, pero solo el 2% eran negros. En comparación con los recién graduados de doctorado, era menos probable que hubieran asistido a una de las diez mejores universidades. Pero era más factible que procedieran de una de las diez mejores universidades de artes liberales, algo que no es la diversidad que la profesión podría haber estado buscando.

Son muchos los obstáculos que se deben sortear para optar por un curso de posgrado, es estadísticamente difícil ser aceptado en un programa de doctorado en los Estados Unidos, las universidades más grande reciben más de 300 solicitudes y solo pueden beneficiar a un grupo. La próxima generación de economistas cuenta ahora con un abanico de ofertas que les permitirá obtener capacitación y experiencia valiosa en una carrera donde pocos son como Usain Bolt. Sin embargo, la demanda es aplastante. Los administradores de los programas de Yale están trabajando para alertar a los estudiantes sobre sus esquemas; pero algunos otros, son más escépticos y les preocupa lo que puede representar los predoctorados para la obtención de credenciales. ¿Cuántos economistas serán capaces de prepararse como Bolt?.

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Pedro Luis Martín Olivares
Economía y Finanzas

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