Sanciones exigidas por los líderes de Occidente pudiesen no solo atentar contra Rusia

Pedro Luis Martín Olivares – Desde hace semanas, los medios de comunicación vislumbran un posible ataque de Rusia a Ucrania, la noticia se ha convertido en una bola de nieve luego de que presidente Putin comenzara a movilizando tropas y tanques hacia la frontera con el vecino país. El pasado 30 de noviembre el mandatario ruso manifestó su preocupación por los ejercicios militares que se estaban llevando a cabo cerca de la línea fronteriza y puntualizo que esto representaba una seria amenaza para su nación. Acto seguido, las reacciones no se hicieron esperar.

Estados Unidos y la Unión Europea han estado mostrando los dientes y aunque ciertamente la matriz de un enfrentamiento militar entre el Kremlin y los aliados de occidente no ha tomado fuerza, estos últimos han dejado claro que existen otras opciones sobre la mesa, “… cualquier agresión militar adicional contra Ucrania tendrá consecuencias masivas y un costo severo en respuesta, incluidas medidas restrictivas coordinadas con socios…» manifestaron en comunicado reciente.  Situación que no na logrado amilanar las acciones de Putin. 

Society for Worldwide Interbank Financial Telecommunication, es decir, la Sociedad para las Comunicaciones Interbancarias y Financieras Mundiales o SWIFT, es una organización que se ha desempeñado como la piedra angular de las transacciones globales desde la década de los 70, la red de mensajería es utilizada por 11.000 bancos en 200 países para realizar pagos transfronterizos. El llamado para excluir a Rusia del Swift no es nueva, en agosto de 2014, el Reino Unido realizo un petición a los líderes europeos para que consideraran esta opción. Hoy, 7 años después, esta solicitud toma fuerza.  Pulsar un interruptor parece más seguro que activar ejércitos, pero podría tener consecuencias peligrosas. 

En 2018, Estados Unidos logró forzar a Swift a deshacerse de los bancos iraníes incluso frente a la resistencia europea. Sin embargo, el camino está plagado de obstáculos. El primero sería cumplir con rapidez. La cooperativa de bancos, con sede en Bélgica, promete ser políticamente neutral. Muchos países europeos, como Alemania, hacen muchos negocios con Rusia y pueden oponerse al plan. En 2020, utilizó amenazas similares para obligar a Sita, una red de aerolíneas globales con sede en Suiza, a desconectar a los transportistas de los países que enfrentan sanciones estadounidenses.

Pero, ¿valdría la pena excluir a Rusia del Código Swift? Hay razones para pensar que podría no ser así. Dañaría, pero no paralizaría a Rusia, impondría costos a Occidente y sería contraproducente a largo plazo.

Primero, este escenario no es nuevo para Moscú. El Kremlin se ha estado preparando desde 2014, la idea de desconectarlo de la red para castigarlo por invadir Crimea derivo en una serie de medidas para asegurar su sistema financiero interno. finalmente en ese entonces prevaleció la frialdad. Sí se excluyera a Rusia hoy, se produciría una fuga de capitales y una corrida de empresas y bancos que dependen de la financiación extranjera, no obstante, sería en ese preciso momento donde se activarían los mecanismos de supervivencia. Los bancos rusos y sus socios extranjeros utilizarían otros medios de comunicación, como el télex, el teléfono y el correo electrónico. Las transacciones migrarían en masa a SPFS, una alternativa rusa a Swift que no es tan ubicua y sofisticada, pero aún utilizable. Mientras la infraestructura de pagos lucharía por hacerle frente al principio, Rusia sufriría algunas interrupciones, pero no un desastre. Con el tiempo, la inversión en SPFS aceleraría el sistema.

Mientras tanto, Occidente sufriría un retroceso. Hasta ahora, Estados Unidos ha dirigido su poder de fuego financiero a países pequeños o aislados como Cuba, Irán y Myanmar. Rusia tiene el doble del tamaño combinado de cualquier economía que Estados Unidos haya embargado. Cualquier interrupción en Rusia se extendería a los países que tienen tratos comerciales con ella. Es el quinto socio comercial de la UE, por ejemplo. Y los bancos europeos tienen reclamaciones por valor de 56.000 millones de dólares frente a los residentes rusos. También habría daños indirectos a través de represalias. Irán en 2018 tuvo una mano débil. Pero Rusia es la fuente del 35% del suministro de gas de Europa y alberga 310.000 millones de euros, el equivalente a 350.000 millones de dólares de activos de la UE.

A la larga, Estados Unidos también correría con los costos. Tiene dominio sobre las finanzas internacionales gracias al dominio del dólar y su papel preeminente en los sistemas de liquidación global. Cualquier país con relaciones incómodas con Estados Unidos buscaría alternativas a Swift, mientras que Europa podría redoblar sus esfuerzos para desarrollar una red de pagos más independiente. China consideraría a Swift como un arma, como un “ensayo general”, dice Adam Smith, un ex funcionario de sanciones estadounidense que ahora trabaja en Gibson Dunn, un bufete de abogados. Le daría a China el ímpetu para reforzar a CIPS, el rival de Swift, justo cuando los otros enemigos de Estados Unidos buscan alternativas. La red, que ya cuenta con algunos grandes bancos extranjeros como miembros, permite que los mensajes se transmitan tanto en chino como en inglés. Su volumen medio diario de transacciones de 310.000 millones de yuanes, 50.000 millones de dólares, se mantiene muy por debajo de los 400.000 millones de dólares estimados por Swift, pero casi se ha duplicado en el último año. Si alcanzara escala, el dominio financiero de Estados Unidos se vería amenazado.

Existen otras armas de perturbación económica. Estados Unidos podría, por ejemplo, incluir en la lista negra a las grandes instituciones financieras rusas, evitando que sus propios bancos negocien con ellas. Eso probablemente sería tan perturbador para Rusia como una desconexión de Swift, sin socavar tanto la arquitectura financiera global. Sin embargo, persistiría el riesgo de un retroceso inmediato. Eso pone de relieve un dilema de larga data de aplicar sanciones económicas: aunque son baratas cuando se dirigen a estados débiles, los objetivos más grandes pueden devolver el golpe, dice Tom Keatinge del Royal United Services Institute, un grupo de expertos. Occidente debe elegir sabiamente sus batallas o los enemigos de Estados Unidos se apresurarían a buscar alternativas, acelerando su declive financiero.

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Pedro Luis Martín Olivares
Economía y Finanzas

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