La economía debe ser flexible cuando la realidad cambia

Pedro Luis Martín Olivares -Una de las consecuencias de hacer siempre lo mismo, es que dejamos de un lado la iniciativa, la creatividad, perdemos la motivación, cambiamos todo esto por el conformismo y la comodidad. Es por esa pérdida de motivación, que dejamos nuestro entusiasmo por cambiar el mundo y comenzamos a caer en el autoritarismo, la desidia y lo que es peor, dejamos de darnos cuenta que hemos perdido el rumbo de nuestras metas.

Recientemente Claudia Sahm, ex investigadora de la Reserva Federal publico un su blog personal que “La economía nos fallo”, que es una «vergüenza», ella ha optado por desligarse, por no identificarse más como economista; además, allí realiza una serie de reflexiones del porque decide hacerlo. Como muchos otros cansada del rumbo que han tomado las cosas, la desigualdad, la falta de oportunidades, los maltratos, del mismo cogollo monopolizando las oportunidades, minimizando las aspiraciones de los economistas más jóvenes. De hecho, hace poco la American Economic Association divulgo el resultado de una encuesta donde únicamente el 33% de los economistas menores de 44 años sentía que era valorado dentro de la disciplina. 

Y como se hace referencia en nuestro artículo anterior, ya son bastante difíciles todas las pericias que deben atravesar los jóvenes para formarse dentro de esta área. Sin embargo, es inevitable que al igual que Claudia caigamos en ciertas reflexiones, y no esperemos sucumbir dentro de un torbellino de emociones para darnos cuenta que el sistema nos absorbió y que pudimos hacerlo mejor. 

Sin embargo, aquellos que hoy se están aventurando, pueden estar preguntarse si hay espacio para sus ideas en una disciplina que parecer rígida, jerárquica y homogénea.  Por tal razón, temas como: salario mínimo, cultura, inflación, deuda publica, dólar y política de competencia, podrán ser desarrollados en las semanas subsecuentes con el objeto de profundizar qué ha llevado a los economistas a evaluar qué está pasando en sus cimientos, qué ha dejado de importar y hacia dónde se ha desviado la atención éstas dos últimas décadas.

Son años y años de la misma teoría, una profesión encuadrada en un invernadero que no le permite expandirse más allá de sus cuatro paredes, ¿Puede entonces la economía actual basarse en las teorías establecidas en las décadas de los 50 y 60? Los presentes hechos están obligando a repensar la economía. La persistencia de tipos de intereses bajos a pesar de la elevada deuda pública ha dejado una impresión, al igual que la combinación prepandémica de baja inflación y bajo desempleo. El repunte del dólar en la crisis financiera mundial mostró su papel peculiar en el sistema financiero internacional, al igual que varias molestias de los mercados emergentes desde entonces. La evidencia fresca también es importante en microeconomía. 

Los nuevos hechos, son más persuasivos que las nuevas ideas. Pero, aunque una teoría alternativa no es una condición suficiente para un cambio de opinión, a menudo es necesaria. Se requiere un modelo para vencer a otro modelo, como les gusta decir a los economistas. A veces se aferran a proposiciones desafiando los hechos simplemente porque no tienen nada mejor con que reemplazarlas.

Lo que lleva a una importante condición para la persuasión. No es suficiente un acto de fe, es necesario ofrecer algo productivo que hacer. No puedes tener a las nuevas generaciones que se encuentran tan llenos de vida pegados solo a una silla. Debes apelar tanto a su simpatía y belleza como a sus manos y cabeza. Seguro, los economistas se lanzarán a una revolución que les proporcione nuevos juguetes o técnicas para jugar. De hecho, esto puede explicar por qué se han entusiasmado más con las explicaciones institucionales de la riqueza y la pobreza de las naciones. No pueden repetir la historia ni distribuir instituciones al azar entre países para probar sus efectos a largo plazo.

El punto no es cambiar o desechar a los profesionales que tienen una trayectoria, pero sí se deben mover los cimientos, debe de haber un cambio de opinión, se debe ser más flexible acerca de los nuevos acontecimientos, y las técnicas y herramientas con las que se disponen hoy en día. Ejemplo de ello puede ser la forma de accionar de prominentes figuras como Olivier Blanchard y Narayana Kocherlakota, quienes han dejado de un lado el pragmatismo inicial el cual los caracterizaba cuando pudieron cambiar el mundo. Las tribus heréticas al margen de la economía anhelan saquear Roma, pero es más eficaz convertir al emperador.

No obstante, es sorprendente que, en varias de las áreas, las cuales serán abordadas en semanas sucesivas aquí en este espacio, los economistas que durante décadas realizaron trabajos trascendentales, se encontraban y se encuentran todavía ocupando un lugar importante en instituciones de élite. “No porque era lo que se hacía, debería continuar haciéndose. Los hechos han cambiado, lo que funcionaba entonces, podría no funcionar ahora, es necesario darle oportunidad a las nuevas generaciones con su gran potencial e ideas innovadoras y frescas. La pandemia ha acelerado el cambio. Un 95% puede hacer la diferencia, ese mismo 95% de los economistas menores de 44 años que sienten que no tienen mucho poder dentro de la disciplina, según la encuesta de la American Economic Association. Los jóvenes poseen un poder que pueden compartir con sus mayores: la libertad de imaginar y hacer que el futuro sea nuestro.

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Pedro Luis Martín Olivares
Economía y Finanzas

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