A pesar de las tensiones políticas, China se mantiene inquebrantable

Pedro Luis Martín Olivares - A pesar de las tensiones políticas, china se mantiene inquebrantable
Pedro Luis Martín Olivares - A pesar de las tensiones políticas, china se mantiene inquebrantable

Pedro Luis Martín Olivares – “La flor que crece en la adversidad es la más hermosa de todas” reza la frase de una película infantil, y parece ser, que al igual que Mulan, China no es la excepción.

Luego de muchos años de insistir, para que el país asiático se abriera al capital extranjero, mientras la situación de este era otra, al igual que los intereses de la casa blanca, pareciera que ahora la gran águila calva perdió el interés. El amedrentamiento parece ser la única estrategia contemplada, ya que recientemente en una conferencia de prensa el presidente de los Estados Unidos enfatizó “… sí no pueden hacerlo aquí, que paguen un gran impuesto por construirlo en otro lugar y enviarlo a nuestro país…”, dar un alto a la relación con China es su principal objetivo y castigar a cualquiera empresa estadounidense que mantenga relaciones con ese país es la vía. Sin embargo, el adversario ha estado jugando inteligentemente, atrayendo a inversionistas y creando oportunidades que pocos esperaban que llegaran tan rápido.

Trump expresó en su discurso la idea de desvincular a su país en los ámbitos político y financiero de China. Sin embargo, a pesar de la retórica de los Estados Unidos, esto no ésta ocurriendo, las continuas amenazas de eliminar las empresas chinas de las bolsas de valores estadounidense sino cumplen con las exigencias contables no están surtiendo el efecto esperado, la integración de gigante asiático en los mercados financieros globales no se ha detenido, de hecho  parece haberse acelerado. Las instituciones financieras con sede en E.E.U.U. están participando activamente y las reformas regulatorias en China parece haberles abierto el camino. Goldman Sachs y Morgan Stanley tomaron el control mayoritario de sus empresas de valores chinas. HSBC adquirió el control total de su empresa china de seguros de vida. Citi recibió una codiciada licencia de custodia para atender a inversores institucionales en China. Entre los administradores de activos, BlackRock recibió la aprobación para vender sus propios fondos mutuales en este país y Vanguard decidió trasladar su sede asiática a Shanghai.

Más de 200.000 millones de dólares han entrado en los mercados de capital de China desde el extranjero durante el año pasado. Las tenencias extranjeras de acciones y bonos chinos a finales de junio eran, respectivamente, un 50% y un 28% más altas que un año antes. Algo de esto refleja una atracción inevitable a medida que los compiladores de índices globales como MSCI agregan activos chinos a sus índices de referencia. Las probabilidades de que esta cantidad, aumente con el tiempo es inevitable, para finales de primer trimestre de 2020 la propiedad extranjera de acciones y bonos chinos fue de 594.000 millones de dólares. A medida que estas empresas importantes sigan proporcionando los índices es poco probable que las empresas chinas pierdan el terreno ganado. Al contario de su adversario China ofrece dos cosas que son raras en el mundo en este momento: crecimiento del PIB y tipos de interés superiores a cero.

Pese a las declaraciones del primer mandatario estadounidense, un desacoplamiento es complejo. Las propias acciones de China, están siguiendo lo que Yu Yongding, un destacado economista, ha descrito como una «estrategia de vinculación», buscando crear más conexiones con empresas extranjeras. Desde finales de 2019, el gobierno ha levantado los límites de propiedad extranjera de los administradores de activos, de las empresas de valores y de las aseguradoras de vida. Ha permitido además que MasterCard y PayPal ingresen a su industria de pagos. Incluso sin la estrategia de vinculación, China tiene amplios incentivos para abrir su sistema financiero más ampliamente. Su superávit en cuenta corriente se ha reducido constantemente como porcentaje del PIB durante la última década, aunque se disparará este año debido al impacto del covid-19. Esto los esta presionando para atraer más entradas a través de su cuenta de capital.

Al mismo tiempo, los funcionarios reformistas quieren una mayor participación extranjera en el sistema financiero. Zhou Xiaochuan, ex gobernador del Banco Central de China, ha argumentado que así como la competencia del exterior ayudó a que los fabricantes chinos fueran de clase mundial, también puede elevar la industria financiera. Los reguladores también quieren que las empresas obtengan más fondos mediante la emisión de bonos y acciones, para reducir la dependencia de los préstamos bancarios.

La relajación regulatoria de China encaja con el segundo factor: los intereses de las empresas financieras extranjeras. El mercado chino es simplemente demasiado grande para ignorarlo. Se proyecta que la riqueza invertible de los clientes minoristas crecerá de $ 24 trillones en 2018 a $ 41 trillones en 2023, según la consultora Oliver Wyman. Las instituciones extranjeras saben ahora que no deben asumir que la escala de la economía se traducirá directamente en negocios para ellas.

No es que China se los vaya a poner fácil. Una muestra de las posibles complicaciones vino con la aprobación otorgada a BlackRock para una compañía de administración de fondos. A diferencia de las aprobaciones previas para las entidades de propiedad china, el regulador agregó una condición, exigiendo el cumplimiento de la Ley de Seguridad de Internet. BlackRock necesitará almacenar los datos de los clientes dentro de China y las autoridades podrían exigir acceso, lo que probablemente obligaría a segregar sus sistemas chinos y globales.

Las empresas extranjeras también enfrentarán una feroz batalla con las empresas nacionales en un campo que se inclina en su contra. “Nunca abrirán por completo y estarán bien con que aplastemos a los lugareños”, dice un banquero. Las empresas estatales reservarán sus ofertas más jugosas para los bancos nacionales.

El gobierno está diseñando fusiones para crear lo que llama un banco de inversión «portaaviones» para repeler a los extranjeros. Y los administradores de activos globales no tendrán más remedio que distribuir sus productos a través de bancos y plataformas tecnológicas nacionales. Chantal Grinderslev, fundadora de Majtildig, una firma de asesoría con sede en Shanghai, ve una división entre las firmas extranjeras que comprometen capital con China a largo plazo y las que son menos pacientes, «Si tienes que ser rentable en tres años o menos, este no es el mercado para entrar», dice.

JPMorgan Chase, señala, que está en camino de comprar al socio local en su empresa de gestión de activos por mil millones de dólares, una prima del 50% sobre el valor razonable. Eso es caro, pero también demuestra el peso que Jamie Dimon, el jefe del coloso bancario, le da a China. Dimon dice que «Está buscando construir un negocio real».

La lucha política con Estados Unidos se cierne sobre estas decisiones corporativas. “La sede mundial nos pidió que desarrolláramos escenarios optimistas, realistas y pesimistas”, dice el CEO en China de un banco estadounidense. “Me reí porque no tiene sentido pensar en que las cosas mejoren. Es binario. O podemos continuar en China o no podemos». Hasta ahora, las cosas claramente se han mantenido en el lado de la ecuación que permanece en China. Las medidas financieras de Estados Unidos contra China han arrojado algo de arena a los engranajes, pero no han impedido que giren.

La administración Trump ha impedido que un plan de pensiones del gobierno federal invierta en acciones chinas. Ha amenazado con eliminar a las empresas chinas de las bolsas de valores estadounidenses. Y ha impuesto sanciones a los funcionarios chinos en Hong Kong y Xinjiang. Los tres movimientos son, en general, suaves. China tiene hasta 2022 para subsanar los reparos impuestos por su adversario y ya ha propuesto un compromiso, dando a los auditores estadounidenses más acceso a los libros de sus empresas. Mientras tanto, el valor de las cotizaciones chinas en Wall Street ha aumentado este año 2020. En cuanto a las sanciones, pueden ser dolorosas para las personas, pero habrían perjudicado mucho más a China si estas hubiesen recaído sobre  bancos enteros.

Es prudente que las empresas se preparen para que Estados Unidos adopte una línea más dura contra China. Pero las implicaciones en el sector financiero son diferentes de, digamos, el sector industrial. Las fábricas requieren una gran inversión fija y cadenas de suministro cuidadosamente configuradas. Las inversiones en bonos o acciones son, por el contrario, mucho más fáciles de ajustar, al menos mientras China permita a los inversores sacar efectivo de sus mercados. Incluso para las empresas que están creando casas de bolsa u operaciones de gestión de activos en China, las inversiones son pequeñas en comparación con su presencia global. La firma de valores china controlada por UBS, por ejemplo, tenía solo 5.000 millones de yuanes (730 millones de dólares) en activos a fines de 2019, más grande que cualquier otra firma de valores de propiedad extranjera en China, pero apenas el 0,2% de los activos globales de banca de inversión de UBS.

La única acción estadounidense que podría descarrilar casi instantáneamente el acoplamiento financiero sería bloquear a China del sistema de pagos en dólares. La administración podría hacerlo presionando a Swift, un sistema de mensajería con sede en Bélgica que sustenta la mayoría de las transferencias transfronterizas, para expulsar a los miembros chinos. O podría ordenar a los grandes bancos que liquidan pagos en dólares en Estados Unidos que dejen de prestar servicios a los bancos chinos.

Los funcionarios chinos, alarmados por estas posibilidades antes impensables, se han reunido en los últimos meses para discutir cómo podrían responder. Han hablado de promover el yuan como alternativa al dólar y las redes de pago locales como alternativas al SWIFT. En la práctica, ninguno de los dos ayudaría mucho. El yuan, restringido por los controles de capital, sigue siendo un debilitamiento en las finanzas globales, mientras que los posibles reemplazos rápidos de China no han logrado ganar terreno.

La mayor limitación para Estados Unidos es el daño que sufriría él mismo. Separar a China del dólar socavaría no solo a los bancos chinos, sino también a las empresas con sede en China que representan más de una décima parte de las exportaciones mundiales. Esto desencadenaría un colapso en el comercio internacional, interrumpiría enormemente las cadenas de suministro y, muy posiblemente, agravaría la recesión mundial. El hecho de que los políticos estadounidenses deban contemplar esas consecuencias es un argumento a favor de la estrategia de vinculación de China. “La única opción es más apertura”, dice Larry Hu, director de economía de China en Macquarie Group en Hong Kong. «Debes crear una situación en la que tu contraparte tenga más que perder».

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Pedro Luis Martín Olivares
Economía y Finanzas

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