No hay buenas opciones, con COVID-19 todo es un cálculo sombrío

Pedro Luis Martín Olivares -Han pasado varios meses y todavía es difícil establer el alcance global que pudiese tener Covid-19. Todos queremos cerrar este capitulo que praticamente ha paralizado el mundo, es poblable que ya a estas alturas un tercio de la población mundial esta sometido algún tipo de encierro, países que creian que era imposible verse afectados, estan padeciendo este terrible flajelo, más de 200 países han reportado casos, el epicentro se ha movido y ha devorando todo a su paso, el número de nuevos casos y muertos ascienden cada día. 

Todos los días los profesionales de la salud libran duras batallas, donde no solo deben luchar contra un enemigo invisible como el Covid-19,  sino también contra la impotencia de no poseer los insumos necesarios para atender a la cantidad de enfermos que llegan a los centros de salud en condiciones críticas. Tener que decidir entre dos personas, dos seres humanos que estan luchando por su vida y se encuentran además en estado critico, pero solo tienes un ventilador para asistirlos. 

Esta es una realidad, es una elección que todos los días debe tomar el personal de muchos de los hospitales en Lombardía y Madrid, posiblemente es una elección que deben comenzar a tomar en los días venideros los médicos en Nueva York, París y Londres. Al igual que en una guerra, los médicos deben decidir quién vive y quién muere, pero esta vez a causa de la saturación de sus sistema de salud. Los hospitales se han convertido en salas de elección,  esta pandemia ha forzado a los profesionales de la salud a tomar elecciones extraordinarias. ¿Deben los recursos médicos ir a pacientes con Covid-19 o aquellos que padecen otras enfermedades? 

El gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, declaró que «no vamos a poner una cifra en dólares a la vida humana». Fue pensado como un grito de guerra de un hombre valiente cuyo estado está abrumado. Sin embargo, dejando de lado los cálculos de intercambio, Cuomo estaba abogando por una opción, una que no comienza a contar con la letanía de consecuencias en su amplia comunidad. Suena despiadado, pero una cifra en dólares por una vida, o al menos alguna forma de pensar sistemáticamente, es precisamente lo que los líderes necesitarán si quieren ver su camino a través de los terribles meses por venir. Al igual que en esa sala del hospital, los cálculos de intercambio son inevitables.

Los funcionarios de salud pública en los Estados Unidos advierten que miles de personas infectadas por el coronavirus morirán estas proximas semanas. Jerome Adams Cirujano General dijo recientemente a Fox New Sunday que está Semana Santa será “Nuestro momento Pearl Harbor o 9/11, solo que no será localizado”. En Europa, más de 50.000 personas han muerto hasta el pasado sabado, en los países menos desarrollados de Asía, Oriente, America Latina y África, donde la mayor parte de la población vive en la pobreza extrema, la cifra de muertos seguramente seguirá creciendo.  

En la semana  el número de casos reportados mundialmente se duplicó: ahora hay más de 1.7 millones de casos. Solo Estados Unidos ha registrado más de 530.000 casos y ha visto 17.000 muertos más que China. El 30 de marzo, el presidente Donald Trump manifestó que estas han sido  «tres semanas como nunca antes habíamos visto». La tensión en el sistema de salud de Estados Unidos puede no alcanzar su punto máximo hasta dentro de algunas semanas. El equipo científico de la Casa Blanca ha predicho que la pandemia costará al menos 100.000-240.000 vidas estadounidenses.

Por otra parte, publicaciones como The Economist, establece que las consecuencias de un régimen prolongado de cierre de fábricas y distanciamiento social son, desde un punto de vista empresarial sobrio, demasiado terribles para contemplar: “Los mercados caerían y las inversiones se retrasarían. La capacidad de la economía se marchitaría a medida que la innovación se estancara. Eventualmente, incluso si muchas personas mueren, el costo del distanciamiento podría superar los beneficios”.

Justo ahora, el esfuerzo para combatir el virus parece agotador. India declaró un bloqueo de 21 días a partir del 24 de marzo. Tras insistir en que fue inmune a un brote de Covid-19, Rusia ordenó un bloqueo severo, con la amenaza de siete años de prisión por graves violaciones de la cuarentena. A unos 250 millones de estadounidenses se les ha dicho que se queden en casa. Cada país está logrando una compensación diferente, y no todas tienen sentido.

Aunque la cuarentena parece haber frenado la propagación del virus en China, tuvo un alto costo. En enero y febrero, la economía de China sufrió un golpe histórico: la producción industrial cayó un 13,5% y la producción de servicios cayó un 13%. Las ventas minoristas han disminuido en un 20.5% este año, según una nota de Pantheon Macroeconomics publicada el lunes pasado.

«Creo que todos los países tendrán que enfrentar esta difícil compensación entre la salud y el impacto económico, y definitivamente habrá un fuerte impacto en ambos», dijo el Dr. Ben Cowling, quien dirige el Centro Colaborador de la OMS para Infecciosos Epidemiología y Control de Enfermedades en la Universidad de Hong Kong a Business Insider. «Pero hay un poco de malo en cada una de las elecciones».

El primer ministro británico, Boris Johnson, el pasado 16 de marzo habló durante una conferencia de prensa sobre la situación del brote de coronavirus en Londres; claramente al evaluar las compensaciones entre el daño económico y los riesgos para la salud pública, no todos los países eligieron inicialmente la salud. En el Reino Unido a medida que el recuento de casos superó los 500 infectados y el virus enfermó a la ministra de salud, Nadine Dorries, las escuelas y las empresas permanecian abiertas y aún se permitían reuniones masivas. 

Aún con este escenario los funcionarios del gobierno hicieron un plan para apuntalar la economía británica. Sin embargo, rapidamente su estrategia fue modificada, un enfoque de «supresión» fue adoptado, las medidas no eran obligatorias, pero una serie de eventos importantes se cancelaron, además anunciarón que todas las escuelas del Reino Unido cerrarían. El cambio se produjo cuando un informe del Equipo de Respuesta Covid-19 del Imperial College de Londres sugirió que sin tales medidas, el coronavirus podría matar a medio millón de personas solo en ese país. Además, el informe reconoció que entre  las precauciones necesarias para evitar una muerte a gran escala debia ser evaluada una gran compensación.

Por su parte en India, el gobierno de Modi decidió que su prioridad era la velocidad. Tal vez el resultado ha estropeado fatalmente el cierre. No pensaba en los trabajadores migrantes que habían salido de las ciudades, propagando la enfermedad entre ellos y llevándola de regreso a sus aldeas. La India tiene el objetivo de frenar su epidemia, retrasando los casos cuando haya nuevos tratamientos disponibles y su sistema de atención médica esté mejor preparado. Pero cientos de millones de indios tienen pocos o ningún ahorro al que recurrir y el estado no puede permitirse el lujo de mantenerlos mes tras mes. India tiene una población joven, lo que puede ayudar. No obstante,   también tiene tugurios abarrotados donde el distanciamiento y el lavado de manos son difíciles. Si el bloqueo no puede ser sostenido, la enfermedad comenzará a extenderse nuevamente.

La compensación de Rusia es diferente. Las comunicaciones claras y confiables han ayudado a garantizar que las personas cumplan con las medidas de salud en países como Singapur y Taiwán. Pero Vladimir Putin se ha preocupado por extender su gobierno y usar Covid-19 en su campaña de propaganda contra Occidente. Estados Unidos también es diferente, al igual que India, ha cerrado su economía, pero está gastando mucho para ayudar a salvar a las empresas de la bancarrota y para respaldar los ingresos de los trabajadores que están siendo despedidos en cantidades devastadoras.

Durante dos semanas, Trump especuló que la cura podría ser peor que el «problema en sí». Poner una cifra en dólares por la vida muestra que estaba equivocado. Cerrar la economía causará un gran daño económico. Los modelos sugieren que dejar que el Covid-19 se queme a través de la población haría menos, pero conduciría a un millón de muertes adicionales. Puede hacer una contabilidad completa, utilizando el valor oficial ajustado por edad de cada vida salvada. Esto sugiere que intentar mitigar la enfermedad vale $60,000 para cada hogar estadounidense. Algunos ven la formulación de Trump en sí misma como un error. Pero eso es un engaño reconfortante. Realmente hay una compensación, y para Estados Unidos hoy en día el costo de un cierre es muy superior al de las vidas salvadas. 

Donde quiera que se mire, Covid-19 arroja un miasma de tales compensaciones. Se corre el riesgo de que los errores de un estado se extiendan a otros. Cuando China cerro sus fronteras a los extranjeros casi por completo, detuvo las infecciones importadas pero también obstaculizó a las empresas extranjeras. Un gran esfuerzo para fabricar y distribuir las vacunas para el coronavirus podrá ayudar a salvar vidas, pero puede afectar los programas que protegen a los niños contra el sarampión y la poliomielitis.

Ciertamente, es fundamental retrasar la transmisión. La salud debe ser la prioridad número uno, pero también puede ser valioso para una ciudad, un estado o un país en cómo se puede mantener la actividad económica. Si las personas pierden sus empleos y no tienen dinero es seguro que esto va a tener una seria repercución en su salud. 

Los modelos de la Universidad Nacional de Australia publicados a principios de este mes predicen que los Estados Unidos podrían ver una pérdida del producto interno bruto de hasta $ 1.7 trillones en 2020 en el peor de los casos. El secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, dijo a los senadores republicanos que el desempleo en Estados Unidos podría aumentar al 20% sin intervención.

La gravedad del impacto económico va a depender en gran medida de como los gobiernos elijan abordar las oleadas de infección que se produciran después de que termine el primer bloqueo. Algunos gobiernos estan amortiguando el golpe con recortes de impuestos, paquetes de estímulo y otras herramientas de ayuda económica, pero incluso si muchas personas mueren, el costo del distanciamiento podría superar los beneficios. Ese es un lado de las compensaciones que nadie está dispuesto a admitir todavía.

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Pedro Luis Martín Olivares
Economía y Finanzas

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