Los juegos olímpicos: Una carrera que ninguna ciudad querrá correr

Pedro Luis Martín Olivares – El espectáculo de los juegos olímpicos es uno de los eventos más esperado, no sólo por deportistas, este magno evento pone a la ciudad anfitriona en el mapa mundial.

Son muchos los engranajes detrás de este enorme reloj. Los intereses de muchos entran en juego y no estamos hablando de aquellos atletas que están en la carrera para alzarse con la medalla de oro en salto largo; empresas de construcción, estudios de arquitectura, bancos, hoteles, restaurantes, tiendas de suvenir, todos tienen una meta “Facturar”.

Por primera vez en 124 años, se posponen unos Juegos Olímpicos. Los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 fueron suspendidos a causa de la pandemia. Suspender los juegos genero un enorme costo para los atletas, entrenadores y patrocinadores, además de los ya ocasionados para los organizadores. Con la llama olímpica encendida el panorama parece no mejorar, la decisión de no permitir público en la realización de las pruebas olímpicas ha descarrilado todas las expectativas de un fluido intercambio comercial en el país anfitrión. Sillence Fills, la tienda de productos oficiales en el centro comercial Aqua City de Tokio, a pocos pasos de la villa olímpica, tenía la esperanza de hacer un buen negocio vendiendo de todo, desde camisetas hasta muñecas Daruma tradicionales, a las hordas de fanáticos.
Pero el efecto COVID-19 se ha traducido en que los juegos, cuya inauguración fue el 23 de julio, se llevará a cabo con poca fanfarria. Se proyecta que las ventas alcancen sólo el 10% de lo proyectado, en el mejor de los casos.

Pero los fuegos artificiales, el opening y la competencia en si, parecen no ser suficientes, la perspectiva de mantener números positivos parece ser un maratón ya perdido. Muchos estudios realizados por economistas han coincidido que los juegos dejan una gran deuda, una infraestructura derrochadora y onerosas obligaciones de mantenimiento. En un artículo publicado en 2016, Victor Matheson y Robert Baade, dos académicos estadounidenses, concluyeron que «en la mayoría de los casos, los Juegos Olímpicos son una propuesta que hace perder dinero a las ciudades anfitrionas».

Informes emitidos por importantes bancos japoneses han afirmado que “hubiera sido mejor no tenerlos”. Las expectativas económicas de los juegos en base a la planificación iniciada hace varios años, se ha desplomado, ya que no sólo hay que vencer los números rojos normales post juegos sino las implicaciones derivadas del COVID 19.

Lo que no se puede negar es que los juegos superan el presupuesto. Alexander Budzier, Bent Flyvbjerg y Daniel Lunn de la Universidad de Oxford encontraron que en todos los Juegos Olímpicos desde 1960 se ha gastado en exceso, en un promedio del 172% en términos reales. Este tema ha sido foco de análisis por mucho tiempo en el Comité Olímpico Internacional. Tokio no es la excepción. En 2013, el precio de los juegos fue de 7.500 millones de dólares. A fines de 2019, el presupuesto oficial había aumentado a $12.6 mil millones, y la junta de auditoría de Japón estima que el costo real será el doble. Las contramedidas de Covid-19, incluido el costo de probar y adaptar los lugares, han agregado otros $2.8 mil millones.

Un estudio del gobierno de Tokio en 2017 proyectó que los retornos compensarían con creces los costos. Estimó que los juegos generarían 14 billones de yenes (127.000 millones de dólares) de demanda adicional. Parte del impulso proviene de la construcción de nueva infraestructura, aunque tales proyectos a menudo pueden desplazar las inversiones en otras áreas más útiles. Otro beneficio generalmente proviene del consumo alrededor de los juegos, en todo, desde boletos hasta comida y bebida. Pero como la competencia se desarrollará sin espectadores, Tokio navega en un escenario de perdida.

Se espera que gran parte de la ganancia provenga de la categoría más ligera de “efectos heredados”, como el aumento del turismo y también el uso del transporte y otras infraestructuras una vez finalizado el torneo. El suministro de habitaciones se estaba convirtiendo en un obstáculo para la creciente industria turística de Japón antes de la pandemia. Pero a otros les preocupa que la controversia en torno a la celebración de los juegos durante una pandemia cree un efecto de legado negativo, afectando la posición internacional de Japón y haciendo que los viajeros sean menos propensos a visitarlo. Tales preocupaciones podrían explicar por qué los grandes patrocinadores como Toyota dicen que evitarán la ceremonia de apertura.

Los Juegos Olímpicos unen al mundo, y la idea de reunir a los mejores atletas de 205 países, para que compitan entre si en el campo de juego, es esperanzador, porque desplaza rivalidades y campos de batallas por fraternidad y reconocimiento. Sin embargo, es una forma muy cara de unir al mundo. Los Juegos Olímpicos pueden convertirse en una carrera que ninguna ciudad quiere correr.

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Pedro Luis Martín Olivares
Economía y Finanzas

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