Pedro Luis Martín Olivares – “¡Socorro, el lobo! ¡Viene el lobo!, reza un popular cuento infantil, pero esto es solo un cuento de niños, la primera semana del mes de diciembre del año 2019, los Estados Unidos amenazó con tazar fuertemente productos franceses como vinos espumosos, quesos, bolsos y productos de bellezas, si Francia imponía tasa a los servicios digitales; decisión que en ese momento París calificó de inaceptable y espero una fuerte respuesta por parte de Europa.
Una de las principales promesas del presidente Donald Trump fue romper los acuerdos comerciales internacionales y reequilibrar las relaciones comerciales globales de Estados Unidos, luego de tres años en el poder, él esta haciendo exactamente eso, y para ello esta utilizando una serie de aranceles, amenazas y conversaciones bilaterales para sacudir las relaciones con casi todos sus principales socios comerciales. Este miércoles en Davos, en la reunión anual del Foro Económico Mundial, Estados Unidos puso en marcha una nueva ofensiva después del acuerdo comercial con China, era de esperarse que Europa y el Reino Unido siguieran en la lista de las asignaciones pendientes del presidente Trump. ¿Y entonces llegó el lobo?
En el discurso para los asistentes del foro en Suiza, esta semana el presidente estadounidense promocionó lo que considera uno de sus mayores logros, el acuerdo comercial “fase uno” con China. Para el presidente Trump los aranceles siguen siendo un motivo de orgullo, “Estos logros no habrían sido posible sin implementación de aranceles, que tuvimos que usar y que también los estamos usando en otros”, dijo Trump a la audiencia de Davos.
Washington y la Unión Europea siguen en desacuerdo con los subsidios de las aeronaves, las barreras comerciales y los planes de los países europeos para imponer impuestos a las grandes compañías digitales. Estados Unidos ahora ofendido por el impuesto a los servicios digitales de Francia, que afecta a Amazon, Facebook y Google, porque discrimina a las empresas estadounidenses, no obstante los franceses argumentan que el impuesto es solo una medida temporal y será derogado tan pronto como los gobiernos puedan llegar a un acuerdo multilateral sobre la reforma fiscal. Sin embargo, el 19 de enero, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, logró una tregua temporal con su homólogo francés, Emmanuel Macron. Francia suspendería la recaudación de ingresos de su impuesto tecnológico, y los estadounidenses suspenderían sus amenazas arancelarias.
¿Hubo reconciliación en Davos? No exactamente. Poco después del aparente alto al fuego, las tensiones comenzaron a aumentar nuevamente. La élite reunida en el complejo suizo recibió muchos discursos teatrales. El Secretario del Tesoro de Estados Unidos, Steven Mnuchin, advirtió al gobierno británico que su versión de un impuesto a los servicios digitales no escaparía al castigo. Cuando Sajid Javid, el Canciller Británico de Hacienda, informó a la audiencia que Gran Bretaña priorizaría un acuerdo comercial con la Unión Europea (UE) sobre un acuerdo con Estados Unidos, Mnuchin parecía herido y dijo: «Pensé que iríamos primero».
¿Cómo interpretar todo este ambiente del más alto nivel económico mundial, caracterizado por las tensiones? En verdad, hay pocas sorpresas. Pocos observando la reacción de Estados Unidos al impuesto de servicios digitales de Francia, hubieran esperado que Gran Bretaña escapara de la ira de Trump. Y ha quedado claro durante algún tiempo que Gran Bretaña tendrá que centrarse en establecer una nueva relación comercial con la Unión Europea, su vecino más grande y cercano, antes de entablar conversaciones serias con Estados Unidos.
En cuanto a la relación comercial transatlántica en general, las declaraciones de Trump de esta semana no fueron nuevas. No generarán nada más que un acuerdo comercial superficial con la Unión Europea, aunque eso podría ser suficiente para Trump. Azevêdo por su parte, no tiene concesiones que ofrecer al presidente, ya que la OMC es impulsada por sus miembros.
Incluso la tregua de Trump con Macron puede implicar menos de lo que parece. El 22 de enero, Bruno Le Maire, ministro de finanzas de Francia, admitió que el mayor problema radica en que no ha sido abordado el tema de que Estados Unidos quiere que las empresas puedan optar por no participar en un acuerdo fiscal internacional. Para resolver las disputas se requiere celebrar más reuniones. Algunos todavía esperan que se pueda llegar a un acuerdo antes de fin de año, bajo los auspicios de la OCDE, un foro multilateral. Si no, se avecina un poderoso golpe.
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Pedro Luis Martín Olivares
Economía y Finanzas
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