Hoy en América Latina – Política

Pedro Luis Martín Olivares – La crisis económica traerá sus consecuencias políticas: es en esas épocas donde suelen aparecen las disrupciones políticas, en particular cuando se cruzan con las crisis políticas. Aún falta para verse materializar los emergentes de la crisis, que podrán tomar forma de gobiernos/proyectos populares, o, al contrario, de expresiones autoritarias y conservadoras -como las fuerzas que anidan, por ejemplo, en Europa.

Por el momento es importante señalar que en el continente estamos asistiendo a lo que puede llamarse una radicalización de las derechas en varios países, aplicando modelos similares. Los dos casos centrales son, en estos momentos Bolivia y Ecuador, donde, en ambos casos las derechas trabajan sobre el escenario de la proscripción, tanto de los dirigentes de los movimientos, como de los instrumentos políticos. Las metodologías empleadas son similares, aunque con tiempos diferentes:

Bolivia: las elecciones deberían ser el próximo 6 de septiembre, pero las diferentes fracciones de la derecha están trabajando para volver a posponerlas – originalmente debían ser el 3 de mayo. Las fracciones son centralmente 3: la que encabeza Jeanine Añez, la que encabeza Fernando Camacho, y la de Carlos Mesa, quien, luego de afirmar que las elecciones debían ser el 6 ahora afirma poder considerar posponerlas nuevamente. El argumento esgrimido por las derechas es que, en vista de la situación de la pandemia, no pueden realizarse las elecciones debido a los peligros de que, con el sufragio, se aceleren los contagios, hospitalizaciones y fallecidos. Ese argumento tiene una parte de verdad y una gran falsedad: la verdad es que efectivamente la situación ante la pandemia es grave, la falsedad es afirmar que puedan disponerse medidas sanitarias para realizarlas. El cuadro es políticamente complejo para el MAS: el discurso del gobierno de facto es hacerlo responsable de un posible aumento de los casos y de jugar con la vida de los bolivianos. Mientras eso sucede, el carril paralelo por el cual avanza la derecha es intentar proscribir tanto a Luis Arce como al MAS, algo para lo cual aún no han terminado de dar el paso definitivo en parte por las reacciones populares que podrían desencadenarse, aunque el escenario, en vista de la pandemia, es adverso para grandes escenarios de movilización.

Ecuador: La proscripción avanza capa por capa: en primer lugar, a inicios del mandato de Lenin Moreno, se persiguió el vicepresidente dejado por Rafael Correa, al canciller, luego al mismo Correa con causas fabricadas, luego a los cuadros altos y medios en octubre pasado, y ahora, finalmente, al instrumento electoral a través del cual se presentan. Así, en el lapso de dos días esta semana, se suspendió el partido electoral y se ratificó la condena a 8 años de prisión para Rafael Correa. Esto reconfigura el cuadro electoral para las presidenciales que tendrán lugar en febrero del 2021. El paralelismo entre el proceso de persecución en Bolivia y en Ecuador es llamativo y expone como avanza la revancha y el intento de desterrar a todos los gobiernos/proyectos/movimientos del ciclo progresista anterior, donde, en el caso de Bolivia y Ecuador se da la particularidad que eran parte del núcleo del ALBA, es decir más cercano a Venezuela en esa proyección de integración que Brasil y Argentina.

Los casos de Ecuador y Bolivia son parte de un tablero más grande en el continente donde se observa la tendencia de las derechas a romper los respectivos límites, siendo, en ese mosaico, el caso de Venezuela el más avanzado, un indicativo del escenario de conflicto más avanzado. Estas acciones actuales se unen con la hipótesis trabajada a finales del 2019, en la cual se afirmaba la existencia de una ofensiva de las derechas en el continente, que se manifestaba y lo sigue haciendo de manera diferente en cada país: lawfare recargado con proscripción contra dirigentes y partidos, militarización del conflicto social, gobierno paralelo, una extensión del formato venezolano de la derecha a los otros países de la región, como en el caso de Argentina. La lectura/comprensión de este tiempo no está aún instalada políticamente de forma mayoritaria: los progresismos, izquierdas – salvo excepciones – tienen dificultad para anticiparse y armar el rompecabezas completo del continente, algo que, en cambio, las derechas – articuladas por embajadas – logran hacer de manera más rápida y, de esa manera, construir ofensivas.

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Pedro Luis Martín Olivares
Economía y Finanzas