Pedro Luis Martín Olivares – La primera economía del mundo, Estados Unidos, se prepara para entrar en el universo del el impuesto sobre el valor añadido (IVA), algo que para el resto de los países representa la cotidianidad.
De igual manera, la administración de Donald Trump, entre su desesperación por frenar la deuda pública del país, se ha planteado aplicar un impuesto de hidrocarburos.
No obstante, al mismo tiempo, el Presidente del Imperio pretende bajar el impuesto sobre la renta a las empresas para incrementar su inversión con la intención de construir el muro en la frontera con México.
Dudas al respecto
Aunque la implementación de un impuesto sobre el valor añadido y otro sobre hidrocarburos está sobre la mesa presidencial, supondría un gran salto en la concepción de las obligaciones fiscales de los estadounidenses con el gobierno federal y parece improbable que pueda llegar a aplicarse.
Por una parte, el impuesto sobre el valor añadido se aplica con el mismo porcentaje sobre los productos o servicios independientemente de si son adquiridos por las personas de menores ingresos o por las grandes fortunas, por lo que perjudica en mayor medida al americano medio.
Sólo cinco estados del país carecen de su propio impuesto sobre las ventas. Incluso algunos de ellos delegan estas competencias en los municipios. De esta forma, si la Casa Blanca implantara otro ‘IVA’ a nivel federal, habría que sumárselo a la cuantía ya implementada por los estados.
Grandes consecuencias
Por otro lado, tasar el consumo de hidrocarburos a través de las emisiones de dióxido de carbono producidas por la quema de combustibles fósiles perjudicaría a sectores que tradicionalmente han apoyado y financiado al Partido Republicano, como las petroleras.
Además, en caso de que la propuesta se hiciera pública, se tendría que enfrentar a una fuerte oposición tanto en el panorama político como en la sociedad.
Republicanos como los que ayudaron a rechazar la reforma sanitaria de Trump por considerarla demasiado suave, el Freedom Caucus, no van a dar su brazo a torcer en unas medidas que incrementarán los ingresos del gobierno federal a costa del ciudadano.
Del mismo modo, comerciantes y consumidores protestarán al saber que tendrán que pagar aún más por los productos que adquieren diariamente.
Si Trump sigue adelante con estas propuestas ahora en estudio podría ser un nuevo gran borrón de su política, ya afectada por el rechazo de la reforma sanitaria, la paralización judicial de sus vetos migratorios y las acusaciones sobre periodistas por supuestas noticias falsas, entre otras cuestiones.
El presidente prometió en su campaña que bajaría los impuestos para «permitir a la gente tener más dinero en sus bolsillos e incrementar los salarios después de impuestos» y no aumentar la deuda pública.
Pedro Luis Martín Olivares
Economía y Finanzas
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