Pedro Luis Martín Olivares – ¡Impresionante! Las reservas internacionales funcionan, como indicador económico, mostrando los recursos de que dispone un país para hacer compras en el extranjero, transacciones en las cuales sólo son aceptables divisas fuertes como medio de pago.
Y ese es el lujo que actualmente se da una nación europea como Suiza, cuyos activos dan idea de la capacidad financiera que posee para financiar sus importaciones, entre otros detallitos.
En efecto, el banco central de Suiza amontona cerca de 720.000 millones de dólares en reservas, una suma colosal que supera con creces el tamaño de su economía.
De hecho, el robusto incremento de estos activos denominados en divisa extranjera está creando un inflexible debate sobre qué hacer con ese dinero.
La economía de Suiza, a pesar de la ausencia de recursos naturales, es una de las más prósperas y desarrolladas del mundo. La tasa de desempleo, así como la inflación, son particularmente bajas y sus ingresos son bastante elevados tanto como sus importaciones.
Con una de las economías más estables, poderosas y modernas del mundo, el país se ubica entre las cinco mejores, según el Índice de Libertad Económica de 2011. Su índice de Paridad de Poder Adquisitivo (PPA) se encuentra entre los quince mejores del mundo. En cuanto al reporte de competitividad del Foro Económico Mundial coloca a la economía de Suiza como la segunda más competitiva en el mundo. La moneda oficial del país es el franco suizo (CHF).
El país alberga algunas de las corporaciones multinacionales más grandes del mundo en diversos sectores, además del financiero.
Las actividades económicas más importantes son la industria química, la farmacéutica, la fabricación de instrumentos musicales y de medición, la inmobiliaria, los servicios financieros y el turismo.
Las principales exportaciones son los productos químicos, maquinarias electrónicas e instrumentos de precisión y relojes. Los servicios exportados suman un tercio de sus exportaciones.
Suiza cuenta con un mercado laboral más flexible que los países vecinos y el índice de desempleo se mantiene bajo. Sin embargo, el índice de desempleo aumentó de 1,9% en junio de 2003 a 3,9% en 2011, en parte debido al alza de la economía que comenzó a mediados de 2003. La población económicamente activa ronda los 4,2 millones de personas.
El sector privado en la economía suiza es inmenso; cuenta con bajas tasas de impuestos para los estándares occidentales, siendo una de las más bajas de los países desarrollados. El lento crecimiento económico de Suiza en la década de 1990 y principios de 2000 trajo consigo una serie de reformas económicas para adaptarse al modelo de la Unión Europea.
El proteccionismo agrícola, una rara excepción a la política de libre comercio suiza, ha contribuido al alza de los precios de los alimentos. Según la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo (Oecd), la liberalización de los mercados está retrasando algunas economías europeas como la Suiza. Sin embargo, su PPA es uno de los más altos en el mundo. Aparte de la agricultura, las barreras económicas y del comercio entre la Unión Europea y Suiza son mínimas y el país ha firmado múltiples acuerdos de libre comercio con otros países del mundo, varios de ellos latinoamericanos.
En cuanto a sus recursos energéticos, la electricidad generada en Suiza proviene 56% de centrales hidroeléctricas, 34% de centrales nucleares y 10% de centrales térmicas y de otros combustibles convencionales como el carbón.
El hecho es que el partido socialista exige emplear parte del dinero para crear un fondo de inversión soberano (al estilo del de Noruega) que invierta dentro de Suiza para mejorar el crecimiento económico. En lugar de tener el dinero en activos extranjeros (como acciones de Apple o bonos del Tesoro de EEUU) se podrían incrementar el gasto en educación o infraestructuras para intensificar el crecimiento sostenible a largo plazo.
Ahora, dos docenas de parlamentarios suizos defienden el proyecto de ley encabezado por la legisladora socialista Leutenegger Oberholzer, que señala literalmente que “parte de las reservas de divisas, o al menos los ingresos que generan deberían usarse para el bien de generaciones futuras, lo que incluye inversión en infraestructuras o industrias estratégicas”.
No obstante, este proyecto de ley posee escasas opciones de progresar, pues no cuenta con suficiente apoyo político aunado a la negativa de varios economistas expertos en política monetaria, que creen que esas reservas pueden ser muy útiles en el futuro para mantener la estabilidad financiera en el país y del tipo de cambio.
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Pedro Luis Martín Olivares
Economía y Finanzas
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