Pedro Luis Martín Olivares – Si alguien tiene dolor de cabeza o se siente mal después de recibir la vacuna COVID-19, es común escucharlo decir algo como: «Oh, esto significa que mi sistema inmunológico está trabajando muy duro». Por otro lado, cuando las personas no notan nada, a veces les preocupa que la vacuna no esté haciendo su trabajo. Esta percepción no se ajusta a la realidad de cómo funcionan las vacunas.
¿Existe una relación entre lo que se puede notar después de una vacuna y lo que sucede a nivel celular dentro del cuerpo?
Esta percepción no se ajusta a la realidad de cómo funcionan las vacunas. Es normal que cada persona tenga una respuesta inmunitaria más fuerte o más débil a una vacuna, pero los efectos secundarios después de la vacunación no le dirán cuál es su caso.
¿Qué hace el cuerpo cuando está vacunado?
El sistema inmunológico responde a las moléculas extrañas que componen cualquier vacuna a través de dos sistemas diferentes.
La respuesta inicial se debe a lo que se llama respuesta inmune innata. Este sistema se activa tan pronto como sus células notan que ha estado expuesto a cualquier material extraño, desde una astilla hasta un virus. Tu objetivo es eliminar al invasor. Los glóbulos blancos llamados neutrófilos y macrófagos viajan hacia el intruso y trabajan para destruirlo.
Esta primera línea de defensa es relativamente corta y dura horas o días.
La segunda línea de defensa tarda días o semanas en implementarse. Es la respuesta inmune adaptativa de larga duración. Se basa en los linfocitos T y B del sistema inmunológico que aprenden a reconocer ciertos invasores, como una proteína de coronavirus. Si se vuelve a encontrar al invasor, meses o incluso años después, son estas células inmunes las que reconocerán al viejo enemigo y comenzarán a generar los anticuerpos que lo eliminarán.
Para las vacunas contra el SARS-CoV-2, se necesitan aproximadamente dos semanas para desarrollar la respuesta adaptativa que proporciona una protección duradera contra el virus.
Cuando se inyecta la vacuna, lo que nota el primer o segundo día es parte de su respuesta inmune innata: la reacción inflamatoria de su cuerpo, cuyo objetivo es eliminar rápidamente las moléculas extrañas que han atravesado el perímetro de su cuerpo.
Varía de persona a persona, pero el drama de la respuesta inicial no tiene por qué estar relacionado con la respuesta a largo plazo. En el caso de las dos vacunas de ARNm de COVID-19, como las de Pfizer o Moderna, más del 90% de las personas inmunizadas desarrollaron la respuesta inmunitaria adaptativa protectora, mientras que menos del 50% desarrolló algún efecto secundario y la mayoría fueron leves.
Es posible que nunca sepa con qué intensidad se está desarrollando la respuesta inmune adaptativa de su cuerpo.
La conclusión es que la eficacia de la vacuna en el cuerpo no se puede medir basándose en lo que se puede detectar desde el exterior. Cada persona tiene una respuesta inmune más o menos fuerte a una vacuna, pero los efectos secundarios después de la vacuna no le dirán cuál es su caso. Es la segunda respuesta inmune adaptativa la que ayuda a su cuerpo a ganar inmunidad a la vacuna, no la respuesta inflamatoria que desencadena esos primeros dolores y molestias.
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Pedro Luis Martín Olivares
Economía y Finanzas
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