Pedro Luis Martín Olivares – Por primera vez en las últimas décadas, el sector del vino no solo no soporta excedentes, sino que sufre un momento de ajuste máximo entre oferta y demanda.
En algunos medios industriales se teme incluso que, en un futuro, pueda faltar vino. La tendencia se ha reflejado en un incremento general de los precios, desde los de mayor calidad a los graneles.
Y aunque ha sido un año de bajas cosechas en los tres principales productores del mundo (España, Italia y Francia), no se trata de una situación que se haya producido de la noche a la mañana. Por el contrario, es la consecuencia de un ajuste que se ha venido desarrollando desde el año 2000 y que se ha traducido en una reducción de la superficie mundial del 4% y de un porcentaje similar en la producción, mientras la demanda crecía en un 7%.
Según la Oficina Internacional del Vino (OIV) entre 2000 y 2014 ha perdido 300.000 hectáreas para cerrar este último año en 7,5 millones. Esta evolución no ha sido igual en todas partes. En esos 14 años, Europa perdió algo más de 800.000 hectáreas cultivadas y ha pasado de suponer el 63% de los viñedos de todo el mundo para significar solamente el 54%. Mientras, el cultivo se incrementaba especialmente en Asia, —que pasaba del 19% de la superficie al 24%, con 1,82 millones de hectáreas— y en América, donde aumentaba del 12% al 14%.
Para España, la reducción de la producción mundial y el mantenimiento de la demanda constituye un dato positivo en un sector netamente excedentario: la producción media es de unos 43 millones de hectolitros, mientras la demanda interna en forma de vino es solamente de 10 millones de hectolitros.
De acuerdo con esta situación, España se ha convertido en el principal país exportador del mundo. En los últimos años, ese liderazgo se ha basado en la exportación fundamentalmente de vinos a granel a precios bajos, sobre todo a Italia y a Francia.
A junio de 2017, en cómputo interanual, el comercio mundial del vino se situó en una cifra récord de 104 millones de hectolitros (con un incremento del 1,7%) a un precio medio de 2,89 euros por litro, en un total de 30.051 millones de euros.
Con este ajuste de los mercados España tiene la posibilidad de exportar lo mismo en volumen y obtener un mayor precio por ello.
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Pedro Luis Martín Olivares
Economía y Finanzas
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