Pedro Luis Martín Olivares – En América Latina, el desempleo es uno de los problemas que más preocupación a los gobiernos y a la sociedad.
En efecto, tasa de desocupación en el bloque regional y el Caribe reporta un 9,4 por ciento en lo que va de este año, superando la cifra del 2016.
¿Las razones? Éstas se supeditan al bajo crecimiento económico en la región y por supuesto, a las frágiles condiciones laborales, advirtió la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y la Organización Internacional del Trabajo.
El patético número, previsto por la Cepal equivale a un ascenso de 0,5 puntos porcentuales con respecto al 8,9 por ciento que ubicó el año pasado.
Destacaron ambos organismos dependientes de Naciones Unidas que permaneció el deterioro de algunos indicadores laborales, como las tasas de ocupación y desempleo, hay un menor ritmo de daño en el mercado laboral, que podría indicar “la luz al final del túnel”.
El desempleo se define como la situación del grupo de personas en edad de trabajar que en la actualidad no tienen empleo, considerando que se encuentran disponibles para trabajar y tienen edad suficiente para hacerlo, y no tienen limitaciones físicas o mentales para ello.
El indicador del desempleo se mide como la proporción o porcentaje de personas paradas (desempleadas) con respecto a la población activa. Se calcula dividiendo la población desempleada entre la población activa.
El desempleo se ha convertido en los últimos tiempos como un nuevo fantasma que abarca al mercado laboral, afectando además de su funcionamiento, la caída del PBI y además una seria contracción del consumo debido a la pérdida del salario frente a los severos niveles de inflación que atraviesa nuestra economía actual, impactando de manera considerable en la PEA (Población Económicamente Activa).
El mercado laboral sigue siendo una de las estructuras más complejas desde el punto de vista social y económico ya que su funcionamiento irregular adquiere dimensiones irregulares debido a la existencia de mano de obra barata fomentando el empleo no registrado o “en negro”.
La economía de América Latina crecerá en 2017 tras dos años de caídas. Pero no lo suficiente para evitar la destrucción de puestos de trabajo.
La región se verá beneficiada por la recuperación a nivel global, que ha dinamizado el comercio.
Además, las materias primas que suele exportar, como los minerales, se han encarecido; por lo que también se espera que los ingresos por las exportaciones sean mayores.
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Pedro Luis Martín Olivares
Economía y Finanzas
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