Pedro Luis Martín Olivares – Impresionante… así habrá sido la epidemia de sobredosis por la adicción a los opiáceos, que la Agencia Antidrogas de EEUU (DEA) fijó su posición.
En efecto, planteó disminuir en 20 % la producción de opiáceos en 2018, pues según reportes del 2016, la sobredosis por adicción a este tipo de potentes fármacos cobró la vida de casi 60.000 personas.
Desde hace tiempo, las autoridades federales y locales de EEUU le están haciendo la guerra a la epidemia que ha creado la adicción a la heroína y analgésicos opiáceos (“pain killers”) y que ha llevado a muchos expertos a referirse a una crisis de salud pública nacional.
Las cifras indican que cada día mueren 78 estadounidenses debido a sobredosis de opioides.
Entre las medidas que se han impulsado para tratar de contener esta grave situación destaca una que, si bien ha sido elogiada por muchos, ha puesto a doctores y pacientes frente a un dilema que podría cambiar la forma como se administran los tratamientos para personas que sufren de dolores crónicos.
En julio de 2016 se conoció de un nuevo paquete de leyes que incluye varias iniciativas para hacerle frente a la crisis por uso y abuso de heroína y opiáceos en todo el estado. La legislación incluye una polémica medida para que los doctores limiten de 30 días a sólo siete las prescripciones de medicinas a base de opioides que les dan a sus pacientes.
Ya una medida similar se había tomado recientemente a nivel federal cuando la Administración de Fármacos y Alimentos (FDA) recomendó aumentar los controles sobre las prescripciones que los médicos hacen de los analgésicos más comunes, los que contienen el opioide hidrocodona, y equipararlos así a los más fuertes, como la oxicodona y Vicodin, un fuerte analgésico para el dolor.
La decisión de la DEA se enfoca esencialmente en los calmantes opiáceos más comunes como oxicodona, codeína y fentanilo.
El director interino de la agencia federal, Chuck Rosenberg recalcó que los médicos, farmacéuticos y pacientes deben reconocer los riesgos inherentes a estas poderosas medicinas, especialmente en el uso a largo plazo.
En su opinión, cada vez más estados están exigiendo el uso de programas de supervisión de fármacos recetados, lo que representa una disminución en las recetas de opiáceos.
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Pedro Luis Martín Olivares
Economía y Finanzas
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