Pedro Luis Martín Olivares – Las economías europeas tienen que sacar el máximo provecho a su respectiva posición actual para presagiar riesgos debido al Brexit.
Así, el FMI en su reciente informe destacó un levantamiento de riesgos a largo plazo, conteniendo la contingencia de unos pactos lentos y complejos del Brexit.
Esa instancia expuso que todas las economías europeas están progresando y el continente es motor de comercio global.
Se dice que a corto y medio plazo, el Brexit afectará a los países miembros en tres ámbitos: política, comercio y moneda, confianza y expectativas financieras.
En primer lugar, el Brexit tambalea los cimientos del proyecto político de la Unión Europea, al abrir la puerta a la celebración de referéndums similares en otros países, a pesar de que las elecciones generales de junio en España sugieren que este no tiene por qué ser el caso.
La pérdida de 1 millón de votos en la votación por parte del partido anti-sistema Podemos -frente al PSOE tras las elecciones de diciembre-, muestra que en tiempos de incertidumbre, de duda, los votantes suelen apostar por partidos más asentados, que se perciben como más seguros.
Así, el Brexit podría estabilizar el escenario político europeo, en vez de provocar una segmentación mayor.
Entretanto, el impacto sobre el comercio y la moneda serán limitado y en general, positivo, ya que la Unión Europea solo exporta el 6% de sus mercancías al Reino Unido.
En lo que respecta a la Eurozona, se prevé una depreciación de la libra británica menor respecto a la moneda única en comparación con las grandes monedas (como el dólar y el yen japonés), pues la incertidumbre tras el Brexit también debilitará al Euro.
Es más, la caída de las exportaciones de la Unión con destino el Reino Unido se verá contrarrestada con el aumento de las exportaciones al resto de los países del mundo debido a la bajada de la moneda.
Por último, el Brexit tendrá un impacto especialmente negativo que se materializará en una pérdida de confianza en la economía europea y el tambaleo del proyecto de integración europea, que ha dejado de verse como permanente e irreversible.
Un periodo prologando de inestabilidad y de volatilidad en el mercado –que será inevitable debido a la incertidumbre política y menor confianza en la economía- pesará en las decisiones de inversión de las empresas y en el crecimiento de su producto interior bruto de los países.
Para reflejarlo, Duns&Bradstreet ha bajado las previsiones de crecimiento de Alemania para este año y el siguiente, además de emplazar una posible bajada en la calificación del resto de los países miembros.
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Pedro Luis Martín Olivares
Economía y Finanzas
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