Pedro Luis Martín Olivares – Las disposiciones económicas contra Rusia trascendieron en secuelas gravísimas para Italia.
Y es que en mala hora, el país europeo registró pérdidas aproximadas de 7.000 millones de euros, según informó el líder del partido Liga Norte y candidato a primer ministro de Italia, Matteo Salvini.
A su juicio, durante un período de gran crisis económica, las penalidades contra Moscú son un suicidio para Italia.
Acorde con sus declaraciones, las «sanciones locas» contra el país eslavo produjeron el cierre de pequeñas y medianas empresas italianas, que se especializaban en las exportaciones a Rusia.
De hecho, las pérdidas más reveladoras sobresaltaron al sector de producción de muebles italiano. «Es la realidad provocada por la política insensata de Roma y Bruselas», declaró Salvini.
La economía de Italia es la octava más grande a nivel mundial, con un Producto Interno Bruto (nominal) de 1.850.735 (1 billón, 850 mil millones de dólares) en términos absolutos.
A nivel regional, la italiana es la tercera mayor economía de la Eurozona, detrás de Alemania y Francia.
En términos relativos o de paridad de poder adquisitivo (PPA), se encuentra también entre las mayores del mundo. El sector secundario o industrial ha sido el motor del desarrollo italiano, y el actual eje de su economía.
Como en la economía de muchos de los países europeos, el sector terciario o sector servicios también tiene un gran peso en la economía italiana.
El país ha sido también miembro fundador de la Unión Europea, de la Eurozona, de Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), del grupo G-7 y del grupo G-8.
En el período de posguerra, Italia se transformó de una economía basada en la agricultura, la cual había sido severamente afectada por las consecuencias de las guerras mundiales, para pasar a convertirse en una de las naciones más industrializadas del mundo y un país líder en el comercio internacional y en las exportaciones mundiales.
Según el Índice de Desarrollo Humano, el país goza de un muy alto nivel de vida estándar y tiene la octava calidad de vida más alta del mundo según la revista europea de economía The Economist.
Italia es el tercer país del mundo con más reservas de oro a nivel mundial, y es el tercer mayor contribuyente neto al Presupuesto de la Unión Europea.
El país también es bien conocido por su influyente e innovador sector económico empresarial, lo que le hace un nación muy industrializada (siendo que Italia es el segundo país más fabricante de Europa después de Alemania) además de poseer un competitivo sector agrícola (Italia es el mayor productor de vino del mundo), y por sus creativos diseños con una alta calidad de fabricación en el sector de los automóviles, navales, industriales, electrodomésticos y de moda.
Italia también es el mercado más grande de bienes de lujo dentro de Europa (tercero a nivel mundial) y la riqueza privada existente dentro del país es una de las más grandes del mundo.
A pesar de estos importantes logros, la economía del país sufre en la actualidad problemas estructurales y no estructurales.
Tras haber experimentado un fuerte crecimiento de su Producto Interno Bruto (PIB) durante el periodo 1945-1990, las tasas de crecimiento económico promedio anual de Italia durante las dos últimas décadas se situaron por debajo de la media del crecimiento de la Unión Europea.
El lento y posterior estancamiento en el crecimiento económico italiano, y los esfuerzos políticos para revivirlo con gastos masivos por parte del gobierno a partir de la Década de 1980 para adelante, produjeron eventualmente un severo aumento en la deuda pública.
Además, en los últimos años la economía de Italia (al igual que los otros países europeos) fue golpeada por la Gran recesión económica mundial originada en el año 2008.
En los últimos 8 años (desde 2009), el PIB italiano ha disminuido un 27 % pasando de tener un PIB de 2.402.062 (2 billones, 402 mil millones de dólares) en el año 2008, a solo producir 1.850.735 (1 billón, 850 mil millones de dólares) para el año 2016.
Como se sabe, las relaciones entre Rusia y Occidente desmejoraron en el 2014, tras la crisis en Ucrania. Como consecuencia, varios países occidentales impusieron sanciones antirrusas. Moscú, a su vez, tomó medidas de repuesta.
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Pedro Luis Martín Olivares
Economía y Finanzas
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