Pedro Luis Martín Olivares – Inobjetable. Los reyes de las redes sociales, conocidos como «influencer», exponen cada día sus vidas y de paso publicitan marcas, muchas veces de forma oculta, a cambio de suculentas ganancias, un fenómeno ante el que Italia está ahora llamada a legislar.
Exitosos, simpáticos y (a veces) guapos, los «influencer» airean sus rutinas desde las redes sociales, su verdadero imperio, para dictar a sus millones de seguidores sus gustos, inquietudes o aficiones marcando directa o indirectamente las nuevas tendencias.
Posan ante la cámara, fiel acompañante, con las últimas prendas o cosméticos de una marca determinada, comen en los restaurantes más sofisticados de sus ciudades o disfrutan de las mejores fiestas para después mostrarlo en redes como Instagram, Snapchat o Facebook.
Y generalmente lo hacen a cambio de productos o directamente de dinero pues sus fotografías, vídeos o comentarios han acabado por convertirse en muchos casos en estudiadas campañas de publicidad que las marcas aprovechan, conscientes de su impresionante potencial.
Sus tarifas dependen de muchos factores como el sector en el que se desenvuelven, el número y la actividad de sus seguidores -o lo que es lo mismo, potenciales compradores- o el presupuesto que la marca esté dispuesta a pagar por sus servicios.
En Youtube las casas de belleza pueden pagar entre 1.000 y 15.000 euros por un vídeo sobre un determinado producto, explicaron fuentes de este sector, que insisten en que, en cualquier caso, «no hay tarifas oficiales y es un mercado muy variable».
El problema reside en que en ocasiones ni siquiera advierten al público de que el producto que exhiben no es más que publicidad en su versión encubierta y, por ende, ilícita.
Y este debate ha llegado ahora a Italia, dominada por figuras como el modelo Mariano Di Vaio o la omnipresente Chiara Ferragni, la italiana menor de 30 años más influyente del mundo y que genera cada año alrededor de 9,5 millones de dólares, según la revista «Forbes«.
Ante esta situación, el diputado del gubernamental Partido Demócrata italiano (PD), Sergio Boccadutri, ha presentado un orden del día aprobado ya por la Cámara de los Diputados con el que emplaza al Gobierno a legislar sobre esta materia.
En el documento se insta al Ejecutivo a «valorar la oportunidad de intervenir a nivel legislativo con el fin de que la actividad de los ‘influencer‘ sea regulada, permitiendo a los consumidores saber inequívocamente qué elementos están siendo publicitados».
El legislador explicó a Efe que el problema reside en que en este ámbito no puede ser aplicado el Código de Consumo, que recoge toda la normativa para la protección del consumidor, porque estos influyentes «no son profesionales ni tampoco empresas».
«Queremos profundizar en el tema para que el consumidor pueda tener evidencias de que esa fotografía tiene detrás sustancialmente una relación de tipo contractual entre empresas y personas que publicitan el servicio», explicó.
En cualquier caso, subrayó que este llamamiento a legislar que él mismo ha impulsado «también es útil» para los «influencer» pues con una regulación adecuada «podrían evitar ser sancionados por incurrir en publicidad encubierta sin que haya una normativa de referencia».
Por ello ha pedido que se aclare el modo en que estas nuevas estrellas puedan «seguir haciendo lo que legítimamente hacen» pues, insiste el diputado progresista, «se han inventado un trabajo y eso es inteligente».
En su opinión, establecer unas reglas de juego claras sería «útil para todos»: señalando la publicidad en sus publicaciones el consumidor podría reconocerla inmediatamente y los «influencer» podrían «estar tranquilos y evitar una posible sanción».
Y es que colmar este «vacío legal», señaló Boccadutri, evitaría que las autoridades procedieran a sancionar a estos muchachos «con una sanción fuerte en base a las leyes existentes que pueden ser de hecho viejas».
«Deben hacerse normas que todos sepan como funcionan y que permitan que puedan continuar trabajando en el modo correcto», zanjó.
La acción del diputado ha sido animada por la Unión Nacional de Consumidores que ha denunciado que «falta una normativa sobre este tipo de publicidad que promueve marcas y productos conocidos pero sin informar al consumidor de manera explícita».
Desde la organización subrayan en un comunicado que «el problema no es el comportamiento de las estrellas de internet» sino el de las empresas, que entran en el juego y animan a publicar dichas imágenes o vídeos con «evidentes fines promocionales».
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Pedro Luis Martín Olivares
Economía y Finanzas
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