Pedro Luis Martín Olivares: La Ley Dodd Frank es una amplísima legislación desplegada por la administración del expresidente Barack Obama para controlar los excesos de la actividad bancaria que habían originado la crisis financiera. Desde su aprobación en 2010, esta medida tiene en contra a las viejas guardias de Wall Street y a los economistas y políticos más liberales de Estados unidos.
Por ello, esta noticia no debería tomar por sorpresa a nadie. Donald Trump ha criticado en diversas ocasiones esas medidas. “Tengo amigos que no pueden lanzar empresas debido a que los bancos no quieren prestarles dinero a causa de las reglas y controles de la ley Dood Frank”, ha dicho el presidente Trump para justificar la invalidación de esta ley.
Por otro lado, Trump ha configurado un equipo económico con amplia representación de ex empleados de Goldman Sachs, el poderoso banco de inversión estadounidense.
Protección de pequeños inversores
La Ley Dodd Frank responde a la necesidad de evitar que vuelvan a ocurrir episodios como la caída de Lehman Brothers. Además, muchas de sus medidas están encaminadas a proteger a los pequeños inversores en caso degenerarse excesos de la banca.
Los grandes banqueros, en cambio, siempre la han visto como un freno para desarrollar su negocio y recortar sus beneficios. Eso, a pesar de que por ejemplo, Goldman Sachs cerró sus cuentas de 2016 con incremento de beneficios netos del 22%.
Aunque Trump no dio detalles sobre cómo iba abordar el desmantelamiento de Dood Frank existe una previsible hoja de ruta, escrita incluso desde antes de su conquista de la Casa Blanca. La lideró el actual presidente de la Comisión de Servicios Financieros de la Cámara, el republicano Jeb Hensarling, donde acusaba a la reglamentación de 2010 de confusa, compleja y excesivamente burocrática y apuntaba las reformas más urgentes que deben acometerse.
En base a ellas, podemos esperar:
Adiós a las entidades too big to fail, (demasiado grandes para caer)
Uno de los puntos más conflictivos de la Ley Dodd Frank para las grandes entidades financieras ha sido la creación de un Consejo de Supervisión de Estabilidad Financiera ( Financial Oversight Stability Board, FSB). Como su nombre indica es el organismo encargado de supervisar el sistema financiero. Entre sus atribuciones está la de identificar a los famosos “Too big to fail”. Es decir, aquellas entidades financieras que por su volumen podrían poner en peligro al sistema financiero estadounidense, en caso de que se volviera a repetir una crisis financiera como la de 2008.
Desde 2010, el FSB ha identificado a este tipo entidades, como entidades de riesgo sistémico ( Systemically Important Financial Institutions o Sifis, según sus siglas anglosajonas). Normalmente, bancos o financieras con un volumen de negocio superior a los 50.000 millones de dólares.
Recortes de cobertura para los consumidores
La Oficina Financiera del Consumidor (CFPB), creada por la Ley Dodd Frank, ha resultado muy incómoda para la banca en los últimos años. Encargada de supervisar la relación entre bancos y clientes no le ha temblado el pulso en denunciar y multar aquellas prácticas poco éticas con los clientes. Han sido objetivo de su escarnio público, por ejemplo, el Banco Santander, multado con 10 millones de dólares por engañar a clientes y suscribirlos a un servicio de cobertura que no habían solicitado. O la más sonada y onerosa contra uno de los grandes de Wall Street, Wells Fargo, que fue sancionado con 185 millones de dólares por abrir hasta 2.000 cuentas falsas a nombre de sus clientes.
El fin de la Regla Volcker
Tampoco parece quedarle mucho recorrido a una de las medidas estrella implantadas por Obama: La Regla Volcker. Esta prohíbe que una misma entidad pueda hacer trading con activos de clientes y al mismo tiempo con los suyos.
Obama apostó por esta medida, copiada de las implantadas tras la crisis de 1929, para obligar a que los gestores de carteras invirtieran pensando en el beneficio de sus clientes y no en el suyo propio. Para ello, la regla Volcker no permite que los bancos invirtieran en operaciones de riesgo con su propio dinero. Una práctica habitual en los años de la burbuja financiera y, como luego se ha demostrado, base de muchos de los excesos cometidos.
Flexibilizar el control sobre los mercados de derivados OTC
Como consecuencia de la Ley Dodd Frank, a partir de 2013 también se incrementó la regulación sobre los brokers intermediarios de operaciones fuera de mercado, lo que en jerga financiera se conoce como OTC, de cuya supervisión se ha encargado la Commodity Futures Trading Comission (CTFC). Entre los nuevos requisitos que impuso Dodd Frank a este sector están la obligación de liquidar las operaciones a través de una cámara de compensación. Exigencias de colaterales como garantía en las operaciones o la necesidad de designra un director de cumplimiento para supervisar el acatamiento de la legislación en cada entidad.
Solo reglas rentables
Para evitar que los contribuyentes tengan que asumir los excesos de los bancos privados o de decisiones políticas determinadas, Hersaling propone implantar la obligación de que cada nuevo reglamento financiero que se presente deba ser sometido a una prueba de costos y beneficios antes de su implantación.
El pequeño o gran escollo: la aprobación en el Senado
Pero todo esto solo puede ser posible si el equipo de Trump es capaz de superar un importante escollo: su aprobación por el Senado estadounidense. Para ello necesita recabar 60 votos, pero solo cuenta con la seguridad de los 52 que suman los representantes republicanos con los que cuenta la cámara.
Pedro Luis Martín Olivares
Economía y Finanzas Global
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