Pedro Luis Martín Olivares – En tiempos de tecnología y criptomonedas son diversas las amenazas que pueden sufrir los usuarios, sin embargo vivir con el temor de que han secuestrado tu computador o celular para minar monedas digitales que no son tuyas es lo que más ha proliferado.
Solo entre octubre y noviembre de 2017, 4.200 sitios fueron afectados por este incidente que ha crecido 31% según Adguard.
El uso no autorizado de una computadora, tablet o celular para minar criptomonedas se denomina cryptojacking, que viene de la combinación de los términos en inglés cryptocurrency (criptomoneda) y hijacking (secuestro).
Sucede cuando se inserta un código en un sitio, de modo tal que cuando una persona visita esa web, parte del poder de procesamiento de su equipo (usualmente entre un 50 y 60%) se utiliza, sin su permiso, para minar o generar criptomonedas.
Funciona en un santiamén
Entre las herramientas que se usan para introducir los códigos de minado en el sitio se encuentran: CoinHive, Crypto-Loot, JSEcoin, Coin Have, PPoi entre otras.
La regla impone que al usar alguna de ellas la web debería informar al usuario que al navegar por su sitio se utilizará capacidad de procesamiento de su equipo para minar criptomonedas.
No obstante, al hablar de cryptojacking, el usuario no está al tanto y no presta su consentimiento para que se realice la práctica.
Esta medida ha proliferado por ser una forma fácil de ganar dinero, por ejemplo la red de bots Smominru, afectó a más de 500 mil computadoras con Windows en todo el mundo, en especial en India y Rusia y permitió generar más de 8.900 monedas digitales Monero (XMR) lo cual equivale a más de 2 millones de dólares aproximadamente, ya que la cotización varía mucho.
Además en el cryptojacking, el riesgo de ser identificado es menor que cuando se realizan ciberdelitos como ransomware. El código está oculto y en ocasiones puede pasar mucho tiempo hasta que el usuario note que el equipo está trabajando con lentitud y decida tomar alguna acción.
Ahora bien, el primer problema es la falta de consentimiento por parte del usuario. Ya que el uso excesivo de la capacidad de procesamiento del equipo secuestrado puede derivar, en principio, en mayor consumo eléctrico.
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Pedro Luis Martín Olivares
Economía y Finanzas
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