Pedro Luis Martín Olivares – El interés por la integración, a través de la estabilidad, la paz y la cooperación, primó en Bruselas con los primeros ministros de los Balcanes occidentales.
En efecto, la reunión fue convocada por la jefa de la diplomacia paneuropea, Federica Mogherini. De allí el criterio parece resumir el contenido de lo que trataron los reunidos tanto en el plenario en una cena como escenario del diálogo como en los encuentros bilaterales de cada uno de los seis invitados con la anfitriona, la alta representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad de la Unión Europea (UE).
Y es que las formulaciones generales sobre la necesidad de limar las asperezas dentro y entre los territorios de la región y la búsqueda de caminos de cooperación que contribuyan a ese objetivo y permitan un avance económico y una mejor vida para una población de 20 millones, caracterizan todos los reportes divulgados sobre el cónclave.
En discurso diplomático habitual cuando se trata de trasmitir algún mensaje a través de los medios, Mogherini expresó que la reunión persiguió remarcar que las puertas de la UE están abiertas para la región, que debe fomentar la cooperación para preservar la estabilidad y lograr el progreso económico más rápido de todos.
Eso, traducido al lenguaje corriente, quiere decir que si Albania, Bosnia y Herzegovina, Macedonia, Montenegro, Serbia y Kosovo no resuelven sus asuntos internos y encaminan las relaciones entre sí- en constante crispación por estridentes declaraciones políticas- el camino al espacio común puede alargarse y la entrada podría estar trancada.
No suena como amenaza, pero sí es una contundente advertencia que quienes tienen en sus manos las riendas del poder político en la región entienden muy bien, a pesar de sus egos y algunos que otros arranques de nacionalismos.
Serbia, a quienes las autoridades de la UE y de Estados Unidos frecuentemente aúpan como el candidato más aventajado para ingresar en el club paneuropeo, lanzó a través de su primer ministro, Aleksandar Vucic, la iniciativa de crear un espacio económico único regional.
Sería el mejor camino, declaró a la prensa después de la cena conjunta, para conducir a un mayor crecimiento económico, aumento de exportaciones, más inversiones, reducción de costos y creación de un mercado para 20 millones de habitantes.
Aunque reconoció que no es tarea fácil, añadió que no hay otra salida que no sea tomar el rumbo hacia la UE, fortalecer el imperio de la ley, la justicia y la economía, mediante la cooperación conjunta, y por eso le pareció relevante que los primeros ministros acordaran abordar todos los temas, ‘sin que alguien ose meterlos debajo de la alfombra’, afirmó.
La expresión no fue para nada gratuita, pues ya la había empleado en una cumbre de los Balcanes occidentales en Sarajevo, en marzo pasado, en la cual había lanzado la idea del espacio económico común y hasta un acuerdo aduanero único.
En aquel entonces, cuando abogó por menos acusaciones mutuas y más empeño económico, opinó que la situación sería distinta si los países no se apartaran de sus objetivos estratégicos.
‘Es muy bonito que emitamos una declaración más, son bellas nuestras fotografías y lucen superbien nuestros peinados, pero nada más culminar el día de hoy comenzamos de nuevo a pelearnos y enfrentarnos’, resaltó al final de aquella reunión.
Después de la de anoche en Bruselas, donde nada se metió bajo la alfombra y quedó claro el mensaje de la UE, hay que esperar el devenir de las próximas jornadas para confirmar o rechazar ese vaticinio.
Pedro Luis Martín Olivares
Economía y Finanzas
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