Pedro Luis Martín Olivares – Hace dos semanas el contenido de nuestro Artículo pretendió predecir el nombre del investigador académico que se ganaría el Premio Nobel de Economía, apuntamos al campo derivado de las Blockchain y no logramos acertar.
La academia sueca decidió en favor de tres economistas y dos obras escritas por ellos: el primero se titula Por Qué Fracasan los Países y el segundo Poder y Progreso.
Muchos estudios e investigaciones coinciden que el nivel de vida de una persona no está determinado en gran medida por el talento o el trabajo duro, sino por cuándo y dónde nació. Históricamente, los modelos de crecimiento económico se centraban en la acumulación de factores de producción, trabajo, capital y, más recientemente, tecnología o ideas. Cuanto mayor era el stock de capital por trabajador y más productivo era su uso, más rico era un país.
Sin embargo, eso aún dejaba una serie de interrogantes sin respuestas. ¿Por qué algunos países lograron acumular más de estos factores que otros? ¿Por qué unos son pobres y otros ricos? Los ganadores del premio Nobel de Economía de este año sostienen que la respuesta depende de la calidad del gobierno. En 2001, los tres académicos, Daron Acemoglu y Simon Johnson, ambos del Instituto Tecnológico de Massachusetts, y James Robinson, de la Universidad de Chicago, publicaron lo que se ha convertido en uno de los artículos más citados en economía, “Los orígenes coloniales del desarrollo comparativo: una investigación empírica”. En el documento, elaboraron un esquema de instituciones, dividiéndolas en “inclusivas”, aquellas que compartían la prosperidad, y “extractivas”, aquellas en las que un pequeño grupo se apoderaba de lo producido por el resto. Las instituciones inclusivas incentivan la inversión en capital humano y físico, mientras que las extractivas la desalientan. Una de las palabras clave en economía es el incentivo, el motor, la bujía que la dispara.
La idea de que las instituciones son fundamentales para el crecimiento económico no era nueva. Había sido sostenida por Douglass North, que ganó el premio Nobel en 1993, junto con Robert Fogel, un historiador. El problema investigado por los galardonados de este año era si el desarrollo fomenta el liberalismo, y no al revés. Las sociedades más ricas podrían, por ejemplo, conducir a reformas democráticas.
Acemoglu, Johnson y Robinson utilizaron un “enfoque de variables instrumentales” para resolver el enigma. Éste explotó las variaciones en la tasa de mortalidad entre los colonos para identificar qué colonias europeas desarrollaron instituciones inclusivas y cuáles desarrollaron instituciones extractivas. En las colonias con una alta tasa de mortalidad, debido, por ejemplo, a enfermedades tropicales, las potencias coloniales explotaron la mano de obra nativa. Esto podría tomar la forma del sistema de encomiendas en América del Sur, que esclavizó a los lugareños, o las plantaciones de caucho del Congo Belga. Mientras tanto, las bajas tasas de mortalidad en las ramificaciones de habla inglesa (Estados Unidos, Australia y Canadá) atrajeron a los colonos europeos al ofrecerles la oportunidad de compartir la riqueza que producían mediante la propiedad privada y los mercados libres.
Como tal, hubo un “cambio de suerte” entre las colonias. Los más ricos en el año 1500, medidos por la urbanización, se convirtieron en los más pobres en los tiempos modernos. Los profesores Acemoglu, Johnson y Robinson plantearon la hipótesis de que esto se debía a que la mayor riqueza de las colonias otrora ricas alentaba el desarrollo de métodos de extracción, mientras que la mayor población proporcionaba una fuerza laboral que podía ser obligada a trabajar en minas y plantaciones. Un artículo posterior amplió la investigación con el “cuasi-experimento” de Corea del Norte y Corea del Sur, donde la mitad de la península se convirtió en una democracia liberal rica y la otra mitad en autoritaria e indigente.
Los señores Acemoglu y Robinson plantearon la teoría de que los Estados podían quedarse estancados en instituciones deficientes. En una sociedad sumamente desigual, los pobres podían amenazar con una revolución. Cualquier compromiso de las élites de redistribuir la riqueza en respuesta a ello no era creíble, siempre podían cambiar de opinión cuando la amenaza desapareciera. En consecuencia, los Estados desiguales eran propensos a la inestabilidad. Los controles y contrapesos representaban una respuesta a este problema de compromiso: si se restringía a las élites, sus promesas de redistribución se tomarían en serio y se evitaría cualquier amenaza revolucionaria. Ésta era, según sugirieron los autores, la razón por la que los Estados europeos habían ampliado el derecho al voto democrático a principios del siglo XIX.
Acemoglu fue considerado durante mucho tiempo como un futuro premio Nobel por su trabajo sobre el crecimiento tecnológico y la economía del trabajo, así como sobre el desarrollo. La investigación sobre la persistencia de las instituciones, utilizando técnicas cuasi experimentales como las variables instrumentales, se ha vuelto mucho más popular en los últimos años. Pero, como sucede a menudo con los trabajos empíricos, los métodos de los ganadores han sido cuestionados. David Albouy, de la Universidad de Illinois, ha sugerido que sus estimaciones de la mortalidad de los colonos son incorrectas y se citan de forma selectiva. Edward Glaeser, de la Universidad de Harvard, señaló que había formas en que la mortalidad de los colonos podía afectar al crecimiento además de a través de las instituciones. Los europeos trajeron consigo también la educación y los vínculos comerciales, por ejemplo.
Los historiadores también han cuestionado la clara división entre instituciones extractivas e inclusivas. Corea del Sur se desarrolló bajo una dictadura militar. La Gloriosa Revolución de Inglaterra en 1688, que Acemoglu y Robinson han identificado como el punto en el que comenzó el ascenso del país, permitió al Parlamento desposeer a los campesinos y limitar al rey. El desarrollo de Estados Unidos combinó la responsabilidad individual y la capacidad de los campesinos para sobrevivir.
Sabías que puedes leer este artículo y otros en Telegram
Sé el primero en comentar en «¿Por qué algunos países son ricos y otros pobres?»