Pedro Luis Martín Olivares – Con el Artículo de la semana pasada pasamos la página de la elección presidencial y su resultado. Nicolas Maduro es el presidente electo y continuará gobernando a partir del 10 de enero 2025, en otras palabras, hablamos de nuevo en el año 2030 sobre elecciones presidenciales.
La distracción de ayer convocada por María Corina se repetirá semanalmente en su loca e imaginaria agenda “hasta el final” y como distracción tipo comiquita quedará, hasta que los engañados se convenzan a punta de cansancio, y dejen de atender esas absurdas convocatorias. Ahora vamos a cambiar el foco hacia gobernar, a hacer una gestión que saque a Venezuela del impacto de las criminales sanciones económicas que han limitado la capacidad de atender eficientemente los servicios públicos dirigidos al pueblo de Venezuela.
El presidente Maduro se va a apoyar con su pueblo, con todos los empresarios venezolanos cuyas ganancias obtenidas no estén dirigidas a financiar acciones tumba gobierno, con todos los inversionistas internacionales que vengan en la misma tónica, con todos los gobiernos no alineados con los pocos países que apoyan sanciones contra Venezuela y con todo aquel venezolano, no importa donde se encuentre, que quiera progresar personal y familiarmente en paz y contribuyendo a su vez con el crecimiento económico del país.
Toda elección genera un corto luto en aquellos que no votaron por el ganador, desde apostar a un caballo en una carrera, asistir a un partido Caracas Magallanes y ver perder tu equipo, hasta haber votado por un candidato no ganador. En el caso reciente, María Corina ha expresado insistentemente que ahora vendrá la mayor de las emigraciones de venezolanos para todo el mundo. Eso es una maldad colectiva egoísta muy grande confeccionada a conciencia. Mientras tanto, en la cabeza de Nicolas Maduro no está la idea de justificar un pueblo empobrecido por razón alguna, lamentablemente los tiempos en la historia no son cortos y ha tenido que sortear infinitas amenazas y atentados para lograr la estabilidad política que existe hoy en Venezuela. Se podría afirmar que somos el país políticamente más estable de la región. Lo cual ahora le da la oportunidad de potenciar su gestión hacia lograr competir con los más altos estándares de vida internacionales. Lo que tiene Venezuela no se consigue en ninguna otra parte del mundo, especialmente el calor de su gente.
Entonces, como siempre, vamos a hablar abiertamente y empecemos con dos problemas existentes: la corrupción y el servicio eléctrico.
Apreciados lectores, pongan atención en este hecho. El presidente Nicolas Maduro al inicio del año 2023 se preparaba para la campaña electoral presidencial del 2024, en el mes de marzo le informan sobre el caso de corrupción PDVSA-CRIPTO, un esquema de saqueo, que violando códigos de lealtad revolucionaria involucraba directamente a uno se sus colaboradores más cercanos, Tarek El Aissami, y a una red del más alto nivel de funcionarios de confianza de varias instituciones y sus correspondientes socios privados. Un escándalo como este en la cuarta república hubiese sido manejado puertas adentro, con purgas internas, para evitar el impacto negativo en la campaña electoral. Sin embargo, Nicolas no hizo cálculo político alguno, pensó primero en Venezuela y luego en él, y por el contrario, dio inicio a una política de cero tolerancias a la corrupción, sin importar el nivel de sus culpables. Desde ese momento, todo aquel que toque los dineros del pueblo recibirá todo el peso de la ley. Nadie está por encima de la ley. En otras palabras más llanas, cuando se destinen mil millones de bolívares para obras solicitadas por Consejos Comunales, mil millones serán invertidos y auditados en esas obras.
Pasando al segundo punto, la solución del problema del servicio de electricidad pasa por la recomposición de las nuevas relaciones internacionales, de donde derivarán reglas que a su vez incidirán en las reformas regulatorias nacionales necesarias, que favorezcan las entradas de capitales suficientes para el abastecimiento nacional de energía eléctrica y la posibilidad de exportar sus excedentes, contribuyendo igualmente con mejorar la gerencia eficiente y efectiva del servicio. Sin electricidad no se puede tener agua, internet, baja la calidad de vida y afecta la economía. No se descarta una apertura descentralizada, la posibilidad de que nuevos actores comunales hagan parques solares, parques termosolares, eólicos, pero para eso se necesita inversión, para eso se necesita un marco jurídico. No se encuentra en discusión que la generación hidroeléctrica y manejo de cuencas como Caroní, debe ser del estado, pero se pueden flexibilizar los sistemas de distribución regional, los cuales disponen de un piso mínimo de clientes con capacidad de pago.
Para que la electricidad llegue a todos los hogares, comercios y fábricas, en todo momento e ininterrumpidamente, un complejo sistema de generación, transmisión, distribución y comercialización tiene que estar a punto y así va a ser. En el momento en que cualquier persona prende un bombillo o arranca un motor, en algún lugar, esa energía tiene que ser generada por plantas hidroeléctricas y termoeléctricas, transportada a lo largo de muchos kilómetros de líneas de transmisión y subestaciones, distribuida por largas redes aéreas y subterráneas, y entregada al usuario, eso se va a lograr, con una inmensa repercusión positiva en nuestro crecimiento económico.
El sistema eléctrico actual de Venezuela está formado por plantas hidroeléctricas y termoeléctricas. No se incluyen las plantas eólicas en Paraguaná y La Guajira. Se cuenta con ocho plantas hidroeléctricas como Guri, Caruachi y Macagua, las cuales constituyen el polo de generación más importante del país, con una capacidad instalada de 15.000 megavatios (MW). Las otras cinco hidroeléctricas se encuentran en la zona andina: Planta Páez, San Agatón, La Vueltosa (Uribante-Caparo), Peña Larga y Masparro, con una capacidad instalada de generación de aproximadamente 1.100 MW. También se cuenta con plantas termoeléctricas que usan combustibles, como gas, diésel y fueloil, cuya capacidad instalada es de aproximadamente 19.000 MW. Para transportar la electricidad generada el país cuenta con un sistema de transmisión integrado por más de 24.000 kilómetros de líneas de alta tensión, más de 400 subestaciones y más de cien mil kilómetros de redes de distribución que llevan la energía a los usuarios.
El desafío se enfrenta con la formulación de un plan integral que incluye todos los componentes del sistema eléctrico. Se gestionarán las inversiones requeridas con nuestro “Club de Amigos”, sabiendo que son considerables durante varios años en generación, transmisión, distribución y comercialización. PDVSA por su parte, deberá completar la infraestructura para el suministro de gas natural a las plantas termoeléctricas y por otra parte, continuar con el aumento de la producción petrolera diaria, clave para complementar las inversiones extranjeras.
No se puede descartar, dependiendo de la gestión de financiamiento, un cambio total al actual modelo parcialmente obsoleto, pasando a un proceso de soluciones integrales y definitivas a la problemática eléctrica de Venezuela. Por ser un tema de Seguridad y Defensa de la Nación, deberá ser conceptualizado como un “llave en mano” desde el inicio, de forma que el trabajo con los fabricantes originales de los equipos, el mejor diagnóstico detallado del actual estado de deterioro del equipamiento del Sistema Eléctrico y la interacción con los especialistas de los proveedores y talleres más calificados de la industria eléctrica mundial se haga con ese lente preventivo, aparte del criminológico. Todas las opciones ahora están sobre la mesa, incluyendo la energía nuclear.
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