Pedro Luis Martin Olivares – Ya el TSJ ratificó que el ganador de las elecciones presidenciales fue Nicolas Maduro, lo cual desató un ruido de aullidos y ladridos de los seguidores mundiales de la promesa de María Corina, dirigida a pedirle a mandatarios internacionales que le hagan daño a Venezuela, que aumenten el bloqueo económico, que la invadan con tropas de varios países o conseguir financiamiento para contratar empresas militares privadas, mercenarios, para invadir la tierra de Bolívar.
Ya la empresa más grande del mundo, Blackwater, se ofreció a prestarle sus servicios a María Corina, ahora se llama Academi, ya que tuvo que cambiar de nombre después de varios escándalos por su amplia experiencia en matanzas de civiles en Irak y Afganistán. En algunos casos últimamente el contrato mercenario se hace con la firma Triple Canopy. Bueno esta agenda desquiciada forma parte de ese mundo de fantasías donde han tenido éxito los laboratorios de operaciones psicológicas que enferman parte del pueblo venezolano. Vamos a dejar que los perros ladren y vamos a centrarnos en los problemas de Venzuela.
La semana pasada abordamos el problema del suministro eléctrico y cerramos el articulo con energía nuclear, de eso hablaremos hoy. Primero vamos a referirnos al mundo árabe y Rusia y luego a Estados Unidos.
El panorama de la energía nuclear en el mundo árabe está cambiando rápidamente. Cada vez hay más demanda de materiales, tecnología y equipamiento para apoyar los ambiciosos planes civiles relacionados con esta energía. Un hecho interesante es que el renovado impulso a la tecnología nuclear ha puesto a la propia zona y a Rusia en caminos convergentes. Mientras que los Estados de la región están intentando encontrar socios para la energía nuclear, Rusia está en busca de clientes. Desde una perspectiva mundial, el país se está convirtiendo en un actor cada vez más prominente y ambicioso en un mercado de la energía nuclear que ha experimentado transformaciones. La demanda regional y el suministro ruso se han combinado para modelar el nuevo mercado en la región.
La nuclear de Emiratos Arabes Barakah, comenzó a operar en 2020, es la primera planta nuclear operativa de unidades múltiples en el mundo árabe y utiliza cuatro reactores de agua a presión, capaces de producir cada uno hasta 1.400 megavatios de electricidad limpia, tuvo un costo de 20 mil millones de dólares, ejecutado por la Corporación de Energía Eléctrica de Corea (KEPCO). Al día de hoy ya tienen 4 unidades nucleares en funcionamiento.
Para Arabia Saudita la energía nuclear es crucial para la estrategia de diversificar sus fuentes de energía y hacer frente al cambio climático. Se han focalizado en el uso de la técnica conocida como transmutación, una forma más segura de producción de energía nuclear, posibilitada por los avances en física de partículas: reduce la toxicidad de los residuos nucleares, mejora la seguridad y evita la proliferación nuclear. A medida que el mundo ha ido reconociendo la necesidad de energía de cero emisiones para minimizar los efectos del cambio climático, el Príncipe Heredero Mohammed Bin Salman se ha comprometido con Arabia Saudita a lograr emisiones de gases de efecto invernadero de cero emisiones netas para 2060 en el marco de la Iniciativa Verde Saudí.
Más segura que la fisión y más práctica que la fusión, la energía de transmutación se basa en un proceso de dos etapas ideal para explotar como combustible el torio, un metal común ignorado. Este proceso energético de transmutación, es posible gracias a la nueva combinación de tecnologías surgidas de los experimentos de física de partículas realizados en el CERN en los años 90 bajo la dirección del profesor Carlo Rubbia, Premio Nobel de Física (1984). Otros países se unirían a un esfuerzo liderado por Arabia saudita para crear esta nueva fuente de energía, especialmente aquellos con vastas reservas de torio como India, Turquía, Brasil o Noruega, junto con muchas naciones en desarrollo que buscan acceso a la energía nuclear libre de carbono, sin residuos prolongados ni riesgos de proliferación.
Rusia es un importante socio en el suministro de tecnologías nucleares a los países del Sur Global. Esta estrategia depende de la capacidad de Moscú para encontrar nuevos socios diplomáticos y comerciales, negociando con estos países sin imponer severas condiciones de no proliferación. El sector atómico está encabezado por la presencia mundial de Rosatom, la empresa rusa que dirige un conglomerado de más de 300 empresas responsables de la fabricación y venta de tecnologías nucleares para uso civil y militar. En los últimos años, Rusia ha surgido como socio en el suministro de tecnologías nucleares a los países del Sur Global, ampliando gradualmente su presencia en América Latina, Oriente Medio, África y Asia. Esta estrategia depende de la capacidad de Moscú para encontrar nuevos socios diplomáticos y comerciales, negociando con estos países sin imponer severas condiciones de no proliferación (como los Acuerdos 123 de Estados Unidos) y vendiendo una amplia gama de tecnologías relacionadas con la energía nuclear, siendo el único proveedor mundial de todos los elementos necesarios para establecer un programa nuclear.
Rosatom ha ganado numerosas licitaciones para la venta de reactores, posicionándose como líder en cuanto al número de proyectos de construcción de reactores nucleares ejecutados simultáneamente, con 3 unidades en Rusia y 33 en el extranjero en diversas fases de ejecución. Asimismo, controla aproximadamente el 20% del mercado mundial de materiales de conversión y relacionados con el enriquecimiento, algo que la convirtió en un socio importante de grupos científicos de Estados Unidos y países europeos independientemente de la guerra entre Rusia y Ucrania, por ejemplo, participando en la construcción en curso de la Instalación para la Investigación de Antiprotones e Iones (FAIR, por sus siglas en inglés), una instalación internacional de aceleradores de vanguardia en Alemania.
Del mismo modo, desde 2023 Rosatom es el proveedor exclusivo de productos relacionados con el uranio enriquecido para las instalaciones nucleares brasileñas. Este acuerdo histórico es la primera asociación a largo plazo con Brasilia, que sustituye a las importaciones anteriores de Canadá y los consorcios europeos. Estos factores se producen precisamente en un momento en que Rosatom intenta ampliar sus relaciones con los países de los BRICS para aumentar su participación en la venta de subvenciones nucleares para la producción de radioisótopos en estas naciones y conseguir financiación del Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS. En la actualidad, Rosatom controla aproximadamente el 70% del mercado mundial de exportación para la construcción de centrales nucleares.
Finalmente, Estados Unidos tiene su mayor apuesta en Bill Gates, quien comenzó a invertir en el sector a principios de 2000, debido a las enormes cantidades de electricidad libre de emisiones que se necesitan para combatir el calentamiento global. Actualmente se encuentra trabajando con un novedoso tipo de reactor nuclear, más pequeño y barato que los gigantescos reactores del pasado y diseñado para producir electricidad sin el dióxido de carbono que calienta con gran rapidez al planeta.
El reactor que construye la empresa emergente TerraPower no estará terminado hasta 2030 y enfrenta grandes obstáculos, sin embargo, Gates insiste en que la mejor manera de resolver el problema del cambio climático es a través de innovaciones que hagan competitiva a la energía limpia con respecto a los combustibles fósiles. Un problema de la energía nuclear es su costo. Los reactores tradicionales son proyectos que resultan difícil construir y financiar porque son inmensos, complejos y con una regulación estricta. Los únicos dos reactores estadounidenses construidos en los últimos treinta años, las unidades 3 y 4 de la central Vogtle en Georgia, costaron 35.000 millones de dólares.
Gates le ha apostado a que una tecnología radicalmente distinta, con la empresa TerraPower, financió a un equipo de cientos de ingenieros para que rediseñara una planta nuclear desde cero. En la actualidad, todas las plantas nucleares estadounidenses utilizan reactores de agua ligera, en los que se bombea agua al núcleo del reactor y se calienta mediante reacciones de fisión nuclear, con lo que se produce vapor para crear electricidad. Debido a la presión tan alta a la que se somete el agua, estas plantas necesitan tubería pesada y una vasija de contención de gran espesor como protección contra accidentes.
En contraste, el reactor de TerraPower emplea sodio líquido en vez de agua, lo que le permite operar a una presión menor. En teoría, este cambio reduce la necesidad de recubrimientos de gran espesor. En caso de emergencia, la planta puede enfriarse con conductos de ventilación en vez de sistemas de bombas complicados. El reactor es de solo 345 megavatios, un tercio del tamaño de los reactores de la central Vogtle, lo que requiere una inversión menor.
Chris Levesque, director ejecutivo de TerraPower, explicó que sus reactores deben llegar a producir electricidad a la mitad del costo de las plantas nucleares tradicionales, por ser una planta mucho más sencilla, lo que representa beneficios tanto en términos de seguridad como en términos de costo.
Este paseo por la energía eléctrica nuclear apunta al hecho de que Venezuela avanzará hacia los mejores estándares del mundo, ya hoy existe estabilidad política desenmascarada y los enemigos del pueblo se quedaran atrapados en la camisa de fuerza de las sanciones económicas, que el gobierno de Nicolas se quitara de encima, abriéndose hacia un mundo de inversiones extranjeras “no tumba gobierno”, que permitirán un despegue del país en todos los órdenes.
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