Pedro Luis Martín Olivares – En los últimos días, son más los líderes del mundo que al hablar de la pandemia, se dirigen al mundo haciendo alusión a la guerra. Hace algunos días, la profesora de historia de mi hijo, solicito la realización de un ensayo crítico sobre la primera y segunda guerra mundial, revisado el material de apoyo para el trabajo denominado El Apocalipsis de History Channel, las duras imágenes referencian caos, hambre, muerte y destrucción; nefastas consecuencias sociales, políticas y financieras vividas para los países que se vieron envueltos en tan lamentables acontecimientos. Pero esta invocación realizada por ellos, parece ser acertada.
Antes del brote del Covid-19 la economía se encontraba en la expansión más larga registrada. No obstante, hoy no hay quien pueda apostar que las consecuencias de la pandemia serán transitorias, en su afán para proteger su economía los gobiernos de todo el mundo, generan políticas que pueden tener terribles desenlaces. A medida que la economía cae en ruinas, estos están emitiendo millones de cheques a hogares y empresas que permitan ayudarlos a sobrevivir los bloqueos. Al mismo tiempo, con las fábricas, tiendas y oficinas cerradas, los ingresos fiscales están colapsando. El endeudamiento público en el mundo rico podrá elevarse a niveles vistos por última vez en medio de los escombros y el humo de 1945.
Los gobiernos no pueden hacer frente a esta pandemia sin el apoyo de la gente, es por ello que para obtener la empatía de los ciudadanos, deben alentar a las personas hacer sacrificios y aceptar, por más terrible que suene las medidas impuestas y la magnitud de la situación. Pero, esta crisis ha producido un deterioro asombroso en las finanzas públicas. Los expertos estiman que el gobierno de Estados Unidos tendrá un déficit del 15% del PIB este año, una cifra que pudiese aumentar, si es necesario más estímulo. En todo el mundo rico, el FMI dice que la deuda pública bruta aumentará de 6 trillones de dólares americanos a 66 trillones a fines de este año, o del 105% del PIB al 122%, un aumento mayor que el observado en cualquier año durante el período de la crisis financiera global. Y mientras más se prolonguen los bloqueos, las cifras tenderán a aumentar. La carga para las sociedades occidentales será fuerte, por lo que decirle a la gente que todos estamos en el mismo barco luchando juntos, es necesario, es posible que pasen décadas antes de poder superar esta situación.
Hay quienes han advertido sobre un inminente Armagedón fiscal desde 1989. Existe la preocupación de que Estados Unidos no tenga el espacio fiscal, debido a los altos niveles de déficit y deuda, para promulgar un estímulo fiscal robusto y minimizar los costos humanos y económicos de una recesión. La deuda pública de un país no es como el saldo de la tarjeta de crédito de un hogar. Cuando la deuda nacional es propiedad de sus ciudadanos, un país se debe dinero a sí mismo. La deuda puede ser alta, pero lo que importa es el costo del servicio y, siempre y cuando las tasas de interés sean bajas, esto sigue siendo barato. En 2019, Estados Unidos gastó 1.8% del PIB en intereses de deuda, menos de lo que hizo hace 20 años. En 2019, la deuda pública bruta de Japón ya era casi el 240% del PIB, pero había pocas señales de que no pudiera sostenerse.
En los países que imprimen su propio dinero, los bancos centrales pueden mantener bajas las tasas de interés comprando bonos, como lo han hecho en las últimas semanas en una escala sin precedentes, la Reserva Federal ha comprado más bonos del Tesoro en cinco semanas que los emitidos, en línea, en los tres primeros meses del año 2019. Justo ahora no hay riesgo de inflación, particularmente porque los precios del petróleo se han derrumbado. La mayoría de los economistas se preocupan menos de que los gobiernos pidan prestados imprudentemente, que de que sean demasiado tímidos debido al temor irracional de aumentar la deuda pública. El apoyo fiscal inadecuado hoy en día corre el riesgo de empujar a la economía a una espiral de declive.
Sin embargo, aunque gastar libremente ahora para evitar una depresión más profunda pudiese ser el único camino sensato, los préstamos desmesurados durante años eventualmente serán una amenaza. Estados Unidos tiene fuertes defensas contra una crisis de deuda abierta, porque el dólar es la moneda de reserva mundial y los extranjeros quieren poseer sus bonos. Pero otros países ricos no tienen ese lujo. La enorme deuda de Italia y la membresía de la zona euro lo condenan a vivir con la amenaza perenne de un pánico financiero si el BCE deja de comprar sus bonos.
La buena noticia es que los mercados financieros sugieren que las tasas se mantendrán cómodamente bajas durante décadas. Pero aún se desconoce mucho sobre el virus y sus efectos, por lo que los inversionistas no pueden ver claramente muy lejos en el futuro. A algunos economistas les preocupa que una vez que el virus disminuya, podría comenzar una espiral de precios y tasas de interés a medida que una explosión de la demanda choque contra las cadenas de suministro que han sido destruidas por la pandemia.
Las consecuencias derivadas de Covid-19, han requerido medidas extraordinarias para lidiar con una circunstancia única; pero, el éxito no está garantizado. Después de la segunda guerra mundial, los países redujeron sus deudas en el transcurso de décadas, pero solo mediante el uso de una combinación de mano dura gubernamental de altos impuestos sobre el capital, la represión financiera (obligando a los inversores nacionales a mantener la deuda a tasas de interés artificialmente bajas) y la inflación (lo que erosiona el valor real de las deudas a lo largo del tiempo). Un “baby boom” y los niveles de educación en rápido aumento facilitaron a las economías salir de la deuda. Japón no ha enfrentado una crisis del mercado de bonos desde la década de 1990, pero su relación deuda/PIB ha seguido aumentando. Después de la crisis financiera en 2007-09, algunos países europeos optaron por recortes presupuestarios para reducir las deudas, con resultados mixtos y una gran reacción política.
Para hacer frente al costoso legado de la pandemia, los gobiernos beberán encontrar el camino entre el estímulo y la moderación. Una vez que se alivie el bloqueo los estados deberán enfocarse en proteger las secciones vulnerables. El coronavirus necesariamente está demandando algunos cambios en el estilo de vida. Por lo tanto, será necesario restructurar los servicios de salud, lo que va a derivar en gastos generosos. El envejecimiento de la población significa que habrá una creciente demanda de pensiones y gastos de salud en las décadas de 2030 y 2040. Será más costoso mantener los servicios públicos, y mucho más mejorarlos. Los políticos que recorten los beneficios para los pensionados serán castigados por legiones de votantes mayores. Cualquier contingencia será complicada abordarla, habrá menos recurso para combatir futuras crisis, como el cambio climático o incluso otra pandemia.
Estamos ante una realidad desalentadora, el uso de máscaras, la desinfección regular de lugares públicos y superficies comunes, la detección de la temperaturas no van a desaparecer; las naciones deberán continuar las medidas de distanciamiento social y la prohibición de grandes reuniones públicas, para garantizar que colapsen nuevamente los sistemas de salud, los gobiernos de los países ricos cometerán un gran error sí sucumben en preocupaciones prematuras y excesivas, deben generar políticas eficientes y eficaces.
Una inflación moderadamente más alta ayudaría, al impulsar la tasa de crecimiento nominal de la economía. Cuando esto excede la tasa de interés, las deudas existentes se reducen en relación con el PIB con el tiempo. Lamentablemente, los bancos centrales han superado recientemente sus objetivos de inflación. En los últimos diez años, el déficit acumulado en Estados Unidos y la zona euro ha sido de aproximadamente 5-6%. Los bancos centrales deberían comprometerse a compensar el déficit con la inflación de recuperación en el futuro. Esto aliviaría la carga de la deuda sin romper las promesas pasadas de alcanzar los objetivos de inflación.
Covid-19 como cualquier guerra no permitió a ningún país prepararse para una recesión inminente. Cuando una persona se enferma, lo que queda después de la enfermedad, es la deuda con la clínica y esta puede llegar a ser perversa, esto mismo le puede pasar a las naciones más ricas. Pero, los eventos del pasado han dejado grandes lecciones. Las políticas fiscales deberías servir para salir adelante. Para los gobiernos, sería conveniente aumentar los impuestos sobre la tierra, la herencia, las emisiones de carbono y, en Estados Unidos, al consumo. Las guerras a menudo sirven como catalizadores para tal cambio. El impuesto sobre la renta fue una medida a corto plazo para vencer a Napoleón.
Sabías que puedes leer este artículo y otros en Telegram
Pedro Luis Martín Olivares
Economía y Finanzas
Sé el primero en comentar en «Los gobiernos deberán encontrar el camino correcto entre el estímulo y la moderación»