Pedro Luis Martín Olivares – El gobierno chino intensifica el apoyo, no para impulsar el crecimiento sino para garantizar la estabilidad social. Esta nueva epidemia se está extendiendo aún más en China y muchos de los expertos manifiestan que todavía no ha alcanzado su punto máximo. Empresas Chinas que cotizan en la bolsa han asistido al llamado de las autoridades y han intensificados los esfuerzos para combatir el brote de coronavirus. Cerca de 50 millones de personas en la provincia china Wuhan, están aisladas del mundo exterior. Beijing extendió las vacaciones del Año Nuevo Chino y retrasó la apertura de los mercados bursátiles.
El optimismo presentado el 12 de enero por los líderes de Hubei cuando anunciaron que el PIB de la provincia crecería un 7,5% este año, no contemplaba a un nuevo brote que se ha propagado rápidamente en sus pueblos y ciudades, que dificultará claramente el logró de los objetivos del crecimiento de este año.
El pánico ha destronado la confianza y la estabilidad que reinaba en China. En los meses previos al brote, el mercado de valores se había recuperado y el acuerdo comercial entre China y Estados Unidos había llenado de estusiasmo a los diversos sectores del país. No obstante, todo esto se ha visto empañado a medida que se ha profundizado la crisis y aumentan los afectados de la epidemia. China representa casi una quinta parte de la economía mundial. Por eso esta enfermedad, que en centenares ha resultado mortal, podría tener un impacto importante en el crecimiento global.
De acuerdo a la agencia calificadora de riesgo Standard & Poor’s, el virus golpeará fuertemente al consumo de China. Y este ha sido uno de los principales motores del crecimiento en el país en el último año. S&P acepta que es complicado calcular con exactitud el costo. Pero estima un descenso de 10% en el gasto de consumo, lo cual podría disminuir al menos 1,2% el PIB del gigante asiático, que fue castigado el año pasado por la guerra comercial con Estados Unidos.
El mercado de valores chino ha caído un 10% desde el 20 de enero. Las fábricas y oficinas reabrirían en los últimos días después de las vacaciones de año nuevo. Los agricultores han advertido que sus pollos podrían morir de hambre porque los bloqueos de carreteras han impedido el suministro de alimentos. El turismo, tampoco ha escapado de esta realidad, pocas personas se atreven a salir, perjudicando los restaurantes y hoteles. Las tiendas en todo el país están suspendiendo las operaciones extendiendo las vacaciones del Año Nuevo para los empleados, y esta situación no ha afectado solo a las empresas propias del país, sino que también a las empresas de capital extranjero. Las provincias más afectadas han publicado recomendaciones oficiales para las operaciones de la compañía allí, y algunas piden la suspensión de las operaciones y la reducción de horas en las fábricas y tiendas.
A medida que el virus continúa propagándose las grandes compañías responden con interrumpir sus servicios y esto no solo es una amenaza, empresas de varios sectores desde viaje y comercio minorista hasta las de tecnología han suspendido sus servicios. Las infecciones por el virus se han disparada esta última semana, superado el número total de infecciones por el brote de SARS que afectó el país durante nueve meses, este nuevo brote lo logró en menos de un mes.
Las empresas estadounidense también suspenden las operaciones en China, se rentringen los vuelos a medida que el brote del coronavirus se fortalece; Disney, Tesla, GM, Ford, Walmart, McDonalds, Starbucks, Amazon, Google, entre otras empresas de manufactura y servicios que mantienen oficinas en Beijing, Shenzen, Shangai y Guangzhou, han restringido los viajes de negocio, cerrado oficinas y bases de fabricación.
El sector de las aerolíneas está sintiendo el impacto inmediato del coronavirus. La demanda de viajes a China continental se ha desplomado a medida que el virus se propaga. Muchas aerolíneas redujeron el servicio a China continental a principios de semana. Delta Airlines, America Airlines suspendieron sus servicios, Air Canada dijo que suspenderá todos los vuelos a Beijing y Shanghai del 30 de enero al 29 de febrero. Acciones a las también se han sumado British Airways, Finnair, Turkish Airlines, Air France, Air Seoul, EgyptAir, Lion Air, Austrian Airlines, Kenya Airways, Vietjet y Lufthansa también han reducido o reducido totalmente el servicio a China.
Esta incertidumbre a corto plazo presenta un desafío para la política económica. Incluso si el crecimiento se desploma, un gran paquete de estímulo podría ser un medicamento peligroso. Dado el retraso en el gasto, el impulso de los proyectos anunciados hoy podría entrar en vigencia justo cuando la economía cobra fuerza por sí misma, lo que lleva al sobrecalentamiento. En cambio, las medidas para ayudar a las personas y a las empresas a superar el difícil momento son más sensatas. Estos pueden reducirse cuando finalmente llegue la recuperación. Sin embargo, hacerlas bien no es fácil.
Como medida de precaución, los funcionarios han facilitado apoyo al sistema financiero una inyección inusualmente alto de 1.2 billones de yuanes ($ 172 mil millones) mediante la compra de bonos del tesoro de los bancos que prometen volver a comprarlos dentro de 14 días. Además, se redujeron los aranceles de importaciones sobre bienes que son importantes en la lucha contra esta terrible enfermedad.
Para garantizar la estabilidad del país, los funcionarios también se han hecho participe en el mercado de valores (o, como dirían, entrometiéndose). Los reguladores han dicho a los corredores que impidan a los clientes vender en corto, a fin de limitar la presión a la baja, según Reuters. Los medios estatales también han jugado como animadores, diciendo que las grandes compañías de seguros estatales estaban preparadas para recoger acciones infravaloradas. Los precios de las acciones aún cayeron un 8% el 3 de febrero. Pero eso fue en gran medida una actualización del mercado de Hong Kong, que había estado abierto la semana anterior. Desde entonces, el comercio se ha estabilizado, lo que sugiere que las tácticas están funcionando.
El gobierno también ha estado orquestando la paciencia en varios frentes. Shanghai tenía que aumentar las contribuciones de seguridad social de las empresas el 1 de abril. Sin embargo, esta medida se ha retrasado tres meses, lo que les ha ahorrado a las empresas unos 10.000 millones de yuanes. En Beijing, los funcionarios alentaron a los propietarios a reducir los alquileres de sus inquilinos comerciales, a cambio de subsidios. Y los reguladores han pedido a los bancos de todo el país que transfieran préstamos a compañías que de otro modo carecerían de las reservas de efectivo para sobrevivir.
El impacto, sin embargo, no solo se ha sentido en China. Cada vez que se mueven los indicadores el resto del mundo tiembla, hay quienes aseguran que el coronavirus podría convertirse en una catástrofe, de esos que podrían afectar el desempeño de la economía mundial. Otros más optimistas aseveran que la rápida reacción del gobierno chino y los avances de la tecnología médica podrían controlar mejor el virus. De este modo, probablemente su efecto sería menor que le del Síndrome Respiratorio Agudo Grave, que en 2003 mato a 800 personas en 26 países.
Lo que es cierto, que todo este panorama está muy lejos de los planes audaces que los líderes de Hubei presentaron hace solo unas semanas. Sin embargo, la prioridad en estos días no es acelerar el crecimiento, sino garantizar que la sociedad permanezca estable a medida que las cuarentenas continúan. La nueva realidad sombría de China es que todo, incluso la política económica, gira en torno a vencer al virus.
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Pedro Luis Martín Olivares
Economía y Finanzas
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