Pedro Luis Martín Olivares – En el marco de su primera jornada en la capital de Tailandia, país al que viajó para participar del Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico (APEC), Gabriel Boric el jefe de Estado chileno, advirtió que ha recibido, en privado, presiones para definirse en apoyo de una de las dos potencias, China o Estados Unidos.
A esto, el presidente chileno reflexionó que “nosotros como país soberano tenemos la autonomía de tener relaciones con todo el mundo y queremos incrementar nuestras relaciones con ambos”. En los últimos 3 años varios países de la región, cómo Uruguay, Colombia y Perú vivieron situaciones similares en diferentes agendas, donde la rivalidad entre China y Estados Unidos se ha hecho explícita, cómo en la infraestructura 5G, en la diplomacia sanitaria de la pandemia de COVID-19, en el otorgamiento de créditos para financiamiento de infraestructura, o en la explotación del litio.
El libro editado por Carlos Fortín, Jorge Heine y Carlos Ominami titulado “El No Alineamiento Activo y América Latina: Una Doctrina para el Nuevo Siglo”, es una contribución para entender la formulación de política exterior de los países de América latina, y sobre todo sirve como agudo diagnóstico de cuáles serán las principales barreras para lograr una política exterior con márgenes de maniobra para países medianos y pequeños del Sur Global en los próximos años.
La disyuntiva de tener que tomar posiciones explícitas respecto a lineamientos
incondicionales con Estados Unidos o con China parece que se harán cada vez más frecuentes en América Latina en un contexto en el que avanzamos hacia un bipolarismo. Sin embargo, el ascenso de nuevas potencias en el Sur Global debería permitir a la región encontrar alternativas para diversificar sus relaciones.
El libro se divide en 4 partes y un total de 21 capítulos, una primera parte hace un diagnóstico de la competencia entre Estados Unidos y China y sobre cómo esta competencia se agudizará en los próximos años. Una segunda parte analiza las dificultades que los países enfrentarán en ejercer una política exterior no alineada y activa (NAA), la tercera parte hace propuestas sobre cómo ejercer una política exterior NAA en lo comercial, en lo financiero, y en el multilateralismo, y por último en la cuarta parte el libro hace un análisis de casos clave, a saber, Chile, Argentina, Perú, y Brasil donde se discute éxitos y fracasos en la búsqueda de una política exterior NAA durante la Guerra Fría.
La tesis central del libro es que el futuro es lúgubre para la región. Vamos hacia una nueva guerra fría en la que el presidente Biden y sus colaboradores han planteado el diferendo con China como uno entre democracia y autoritarismo. Mientras, uno de cada tres latinoamericanos es pobre.
¿Qué implica una política exterior no alineada en la práctica para un país latinoamericano?
La lectura del libro deriva en una política exterior de NAA que se resume en (a) reforzar fuertemente el multilateralismo, y (b) diversificar los socios comerciales. Para el primer punto los autores proponen reforzar la participación de América Latina en los foros de BRICS, IBSA, y en los bancos de desarrollo multilaterales Banco Asiático de Inversión en Infraestructura y Nuevo Banco de Desarrollo del BRICS.
Agrega que el punto de partida de un proceso de este tipo debería ser el de un acuerdo regional para dotar al Banco Interamericano de Desarrollo y a la Corporación Andina de Fomento de liderazgos, involucrar a Comisión Económica para América Latina y el Caribe de la ONU y aprovechar financiamiento de la Unión Europea.
Respecto al segundo punto, se propone inspirarse en la propuesta de autonomía estratégica europea y en la política comercial de Canadá. Se sugiere diversificar las canastas comerciales intentando mayor intercambio con África, reforzar y tener presente que “para 2050 siete de las diez mayores economías del mundo serán del Sur.
En este contexto el presidente Joe Biden asistió a dos cumbres globales en Sudamérica mientras los líderes mundiales se preparan para el regreso de la política exterior aislacionista de Donald Trump. Se suponía que el viaje del presidente Biden a Perú y Brasil, que comenzó el jueves pasado, iba a ser su última oportunidad para decirles a sus colegas líderes mundiales que tenía razón: el expresidente Donald Trump era una aberración de una sola vez cuyas políticas de la postura “America First” (Estados Unidos primero) habían sido descartadas por los votantes. En su lugar, el presidente se enfrentó a reconocer que Trump, ahora presidente electo, ha vuelto. La creencia de Biden en las instituciones y alianzas mundiales pronto será sustituida de nuevo por el desdén de Trump por los aliados, su adopción del aislacionismo y su afición por los regímenes autoritarios. Las dos cumbres de la semana en Lima y Río de Janeiro no fueron la reafirmación que Biden deseaba de un legado en política exterior construido durante su carrera en el Congreso y la Casa Blanca.
La APEC celebro su cumbre en Perú bajo la sombra del proteccionismo de Donald Trump.
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