Pedro Luis Martín Olivares – Durante la tercera temporada de la brillante serie de HBO The Sopranos, cartela Soprano, interpretada por Edie Falco, visita a un psiquiatra. El psiquiatra empuja a Carmela a reconocer su responsabilidad como la esposa del asesino, jefe de la mafia, Tony Soprano.
Aquí hay una versión editada del intercambio:
Dr. Krakower: Nunca podrá sentirse bien consigo misma, nunca podrá calmar los sentimientos de culpa y vergüenza de los que habla, mientras siga siendo su cómplice.
Carmela: Sin embargo, te equivocas acerca de la parte cómplice.
Dr. Krakower: ¿Estás segura?
Carmela: Todo lo que hago es asegurarme de que tenga la ropa limpia en el armario y la cena en la mesa.
Dr. Krakower: Entonces, habilitadora sería una descripción de trabajo más preciso para usted que ser su cómplice. Mis disculpas.
Carmela: Entonces, piensas que necesito definir mis límites más claramente, mantener una cierta distancia, no internalizar mi …
Dr. Krakower:¿Qué acabo de decir?
Carmela: déjalo.
Dr. Krakower:Toma solo a los niños, lo que queda de ellos, y listo.
Carmela: Tendría que buscar un abogado, buscar un apartamento y hacer arreglos para la manutención de los niños …
Dr. Krakower: No estás escuchando. No te estoy cobrando, porque no tomaré dinero manchado de sangre. Y tampoco puedes. Una cosa que nunca puedes decir es que no te han dicho nada.
La insistencia de Krakower de que Carmela sea dueña de las manchas no lavables de habilitación debería tener una resonancia especial para cualquiera que esté en una posición de influencia hoy en día, sin importar cuán radicalmente diferentes sean los detalles de su vida.
La mayoría de nosotros no promovemos activamente el odio y la violencia, ni intentamos reprimir a otros, ni contribuir a un mundo menos hospitalario. Pero sí nos ponemos las vendas. Racionamos, desviamos y negamos. Seguimos el camino más fácil. Y poseemos todas las elecciones que hacemos. Cuanto mayor sea nuestro poder, mayor será el peso que conlleva cada opción.
Podemos elegir no involucrarnos en mejorar el mundo. Podemos aprovechar todas las ventajas disponibles para nosotros y nuestras empresas sin pensar en las consecuencias. Podemos actuar como si el planeta y la economía global no estuvieran entre nuestras partes interesadas más críticas. Podemos unirnos al enamoramiento de otros que solo esperan jugar la cuerda: mantener la cabeza baja, cumplir con nuestros números, recoger nuestros bonos, y abdicar de la responsabilidad a largo plazo a la próxima generación.
Pero cuando tomamos esas decisiones, hacemos violencia contra el futuro.
La alternativa es tener el coraje de aceptar una realidad más difícil: la única forma en que podemos proteger lo que amamos es buscar activamente un mundo estable, justo y sostenible. Cada acción tiene una consecuencia. Cada inacción quizás incluso más.
Una cosa que nunca podrás decir es que no te lo dijeron.
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Pedro Luis Martín Olivares
Economía y Finanzas
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