Pedro Luis Martín Olivares – Será la primera vez que lo hace en una década, pero es que la presión de la espiral inflacionaria que ha provocado el Brexit es tan grande que puesto a su banco central contra la pared.
En efecto, el máximo titular del ente emisor inglés, Mark Carney, ha advertido que la institución está preparada para subir tipos «a corto plazo».
En su criterio, si la economía continúa en esta senda, y todos los indicios lo indican, en un plazo relativamente corto puede esperarse que las tasas de interés aumenten un poco.
Reiteran que sería la primera disposición de este tipo en diez años, después de haber descollado la crisis económica, y ahora plantarse a las consecuencias del Brexit.
De hecho, el Banco de Inglaterra ha señalado que las autoridades podrían ver la necesidad de domar el estímulo en un futuro que es más cercano de lo que se espera.
El fenómeno de la inflación amenaza superar el objetivo y quizá sea positivo reducir el tono expansivo de la política monetaria del país.
Y es que la mayoría del Consejo de Política Monetaria, entre los que se encuentra el propio Carney, destaca que, si la economía se desarrolla como se pronostica, «cierto alivio del estímulo monetario probablemente sea apropiado en los próximos meses para que la inflación vuelva de manera sostenible a su meta».
Vale matizar que el 23 de junio de 2016, en un referéndum, el Reino Unido votó a favor de abandonar la Unión Europea («Brexit»).
A pesar, en 2016 el crecimiento económico del país se elevó a cerca de 2% del PIB, estimulado por el consumo privado y el vigor del sector de servicios.
Sin embargo, el crecimiento debiera disminuir en 2017 (previsión de +1,1%). Aunque el país no dejará oficialmente la UE en los próximos años, la incertidumbre que implica este proceso puede tener consecuencias en la economía.
Ciertas organizaciones internacionales prevén que el Brexit lentificará el crecimiento del Reino Unido en los próximos años, mientras que otros analistas contestan estas conclusiones.
El voto del Brexit obligó al primer ministro David Cameron a dimitir. Su antigua ministro del interior, Theresa May, lo reemplazó en julio de 2016.
May preconiza una ruptura clara con la Unión Europea, además de poner fin a la libre circulación de ciudadanos europeos y a la dependencia de la Corte de Justicia de la UE.
El Brexit podría poner en peligro el estatus de Londres como capital financiera de la eurozona. La UE le indicó al Reino Unido que, sin la libre circulación de personas, no podrá acceder libremente al mercado único.
Los buenos resultados económicos tras el Brexit constituyen sin embargo un punto positivo para el gobierno. Además, la determinación de EDF de invertir en la central nuclear de Hinckley Point, y la decisión de Facebook y Google de construir sus nuevas oficinas centrales en Londres, constituyen señales de confianza.
Sin embargo, la libra esterlina se ha devaluado en cerca de 20% desde el Brexit. Esto corre el riesgo de degradar el poder adquisitivo de los hogares, encarecer el costo de las importaciones y aumentar la inflación, que podría llegar a 2 ó 3% en 2017.
Los resultados macroeconómicos relativamente buenos esconden fragilidades y profundas desigualdades. En efecto, el repunte está basado en el consumo y no la inversión o las exportaciones.
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Pedro Luis Martín Olivares
Economía y Finanzas
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