Pedro Luis martín Olivares – El mandatario de Brasil, Michel Temer intenta ser un imán para atraer dinero fresco al país, por esa razón se fue a China con el propósito de brindar a los inversores foráneos “villas y castillas” relacionadas con el proceso de privatización de 57 bienes del Estado.
En su criterio, China podrá ser una de las grandes inversoras en los proyectos de concesiones que fueron anunciados recientemente; en los cuales podrán ser decisivos en áreas como energía, puertos, aeropuertos, en el sector agropecuario y en las finanzas.
Bajo la óptica del dignatario, la finalidad es aportar a Brasil «más capital chino» para generar empleo y mejorar la renta de los trabajadores.
Como se sabe, Brasil sigue encallado en la peor recesión que se haya visto en décadas. Su ya de por sí mermada economía se ha vuelto a contraer por tercer año consecutivo, según los índices del Producto Interior Bruto (PIB) que el Instituto de Geografía y Estadística.
En los últimos años, la primera potencia latinoamericana ha registrado caídas significativas, por ejemplo, cayó un 3,6% en 2016, un retroceso similar al de 2015, cuando bajó un 3,8%.
El desplome ha sido sistematizado, como lo temían los analistas, que leen los datos como un agobiante relato de causa y efecto: el sector agropecuario se ha reducido un 6,6%, la industria un 3,8% y el de los servicios un 2,7%.
Esto mientras las familias brasileñas, las principales víctimas de estos datos y del paro que todavía asola a 12 millones de personas, intentan gastar cada vez menos.
El consumo ha vuelto a bajar, como lleva haciéndolo los últimos ocho trimestres, un 4,2% esta vez, aún más que el 3,9% que ya había bajado entre 2014 y 2015.
Con la demanda en vacas flacas, la oferta se ha desplomado, según el índice empleado para medir las inversiones: es un 10,2% menor que el año anterior.
Aun así, sumando todos los bienes y servicios facturados en el país, la economía brasileña sigue siendo un gigante de unos 6,26 billones de reales (dos mil billones de dólares). Un titán que intenta salir del fango con dos pesos en las piernas: una tasa de inversión más baja que el año pasado (del 16,4%) en una y unas exportaciones que crecieron solo un 1,9% en la otra.
A mediados de agosto de 2017, el Gobierno brasileño anunció la privatización de 57 bienes que hasta ahora estaban en manos públicas, como 14 aeropuertos, 11 lotes de líneas de transmisión, 15 puertos, parte de la compañía eléctrica Eletrobras y la Casa de la Moneda, entre otros.
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Pedro Luis Martín Olivares
Economía y Finanzas
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