De Narnia al mundo real

Pedro Luis Martín Olivares – El presente Artículo pretende ser el interface entre el mundo real de la Revolución Chavista de Venezuela y el mundo Narnia dibujado por el Informe The Economist publicado el pasado 6 de agosto.

Cada uno de esos mundos tienen sus propias personas, políticos, magistrados, presidente, relaciones internacionales, creencias y valores. El primero de esos dos mundos existe en la República Bolivariana de Venezuela, ubicada al norte de Sur de América y tiene como presidente a Nicolas Maduro Moros, quien despacha desde Miraflores y es el Comandante en Jefe de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, constituida por cinco componentes. El segundo de esos mundos no tiene territorio propio, lo comparte con diferentes países donde se ha ubicado la diáspora venezolana y tiene como presidente a Juan Gerardo Antonio Guaido Márquez, quien no tiene despacho definido, sino que opera itinerantemente desde varias oficinas, panaderías y restaurantes del Estado Florida de Estados Unidos y es el comandante en jefe de la Fuerza de Bandas Hamponiles que estas saqueando los activos de Venezuela en el exterior y cuyo vértice superior es la empresa petrolera Citgo. Su último acto de gobierno será entregarle la banda presidencial a Edmundo González Urrutia. A continuación se comparan ambos mundos parafraseando contenidos del Informe.

El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro no se encuentra preocupado, todo lo contrario, está ocupado, atendiendo las candelitas que han surgido como semillas para un intento de golpe de Estado. Y si es verdad, se encuentra exhausto en los repetidos discursos televisivos necesarios para neutralizar la escalada de ataques de los enemigos “fascistas” en diferentes tableros de juego y utilizando ilimitados recursos económicos y tecnológicos. El escudo defensivo de Nicolas se puede resumir en la siguiente frase:  después de ganar las elecciones de 28 de julio, no existe fuerza alguna que haga desconocer ese triunfo del pueblo.

En Narnia se crea la narrativa de que “el problema de Maduro es que lo han descubierto. Todos, desde el ejército hasta sus antiguos aliados latinoamericanos de izquierda, saben ahora lo impopular que es”, pero en el mundo real cada país impone las decisiones derivadas de sus leyes vigentes, Por ejemplo, Donald Trump construyó, llevado por sus propios intereses, su mundo Narnia en las elecciones celebradas el 3 de noviembre de 2020, cuando fue derrotado por Biden, quien obtuvo 81 millones de votos contra 74 millones de Trump. Después de 4 días, el 7 de noviembre, Biden fue anunciado ganador virtual de la elección a la espera de los cómputos finales. El 14 de diciembre, 37 días después, Biden fue oficialmente elegido. Todo esto es historia en el mundo real de Biden y de Estados Unidos. Vamos a recordar lo que hizo Trump en su mundo Narnia. Pareciera la plantilla que le envió Elon Musk a María Corina y a Edmundo. Primero Trump desconoció el resultado de 81 a 74 y cantó fraude, lanzó sus “comanditos enfurecidos” contra instituciones democráticas como el asalto al Congreso de los Estados Unidos, atacando policías y destruyendo propiedades públicas en actos de vandalismo, utilizando desde palos y piedras hasta gasolina y armas de fuego de última generación. Utilizó la fuerza de mayorías que poseía su Partido Republicano para presionar, amenazar y extorsionar autoridades electorales en los Estados donde perdió para cambiar la votación, aparte de desplegar una ofensiva mediática integral multimillonaria. Los enfrentamientos dejaron 5 fallecidos y cientos de heridos. En su Narnia, Trump continúo siendo presidente hasta el día de hoy, ya que nunca aceptó su derrota.

¿Qué respuesta se dio en el mundo real de Biden? El Estado es uno solo y sus instituciones deciden en base a las leyes vigentes. Biden fue proclamado Presidente de los Estados Unidos, tomó posesión de la Casa Blanca y el próximo 5 de noviembre de 2024, 4 años después, se realizará una nueva elección presidencial. Así como Maduro fue proclamado por el CNE y habrá una nueva elección presidencial en Venezuela en 2030. En el mundo real de Biden, se utilizaron todas las imágenes de videos y fotografías que mostraban a terroristas, mujeres y hombres, en acciones de violencia contra personas y propiedades públicas y privadas, para identificar a cada uno de ellos y luego realizar la “Operación Tun Tun” en todos los Estados Unidos, los buscaron en sus casas, los encarcelaron, enjuiciaron y fueron impuestos de las condenas correspondientes. El número de detenidos superó el millar y los cargos los 20 años de cárcel, como fue el caso de David Dempsey, uno de los alborotadores más violentos en el asalto al Congreso, quien fue condenado a 20 años.

El largo Informe de The Ecomist concluye en línea y media, cuyo contenido resume el desenlace esperado por María Corina y Edmundo: “El futuro de Venezuela depende de si los soldados le creen (a Maduro) o no”. Es decir, la verdadera agenda, el camino nunca ha sido el electoral, sino el violento, la guerra, bien sea a través de un Golpe de Estado Militar interno o de una invasión extranjera. Un cálculo, un deseo, un sueño, un mundo Narnia, acariciado desde que Chávez apareció en la historia de Venezuela. Vale recordar que somos un gran país, no un país-ciudad como la Panamá de Noriega. Después de gigantescas inversiones en dinero y vidas perdidas, Estados Unidos tuvo que abandonar Vietnam y Afganistán después de invadirlos y hoy gobierna el legado del Tio Ho y Abdul Kabir. Maduro no es enemigo de los Estados Unidos, pero reclama los derechos de Venezuela en terreno no negociable, y jamás arriará las banderas de hacer respetar nuestra autodeterminación. Hemos sobrevivido y superado la Guerra Económica y Política criminal, esa misma que Estados Unidos cuando eran 13 Colonias le declaró al imperio británico de no exportarles ni importarles ningún tipo de mercancías. Una mala costumbre que la historia los obligará a corregir.

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Pedro Luis Martín Olivares

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