Hoy en América Latina – Economía

Pedro Luis Martín Olivares - Hoy en América Latina - Economía
Pedro Luis Martín Olivares - Hoy en América Latina - Economía

Pedro Luis Martín Olivares – fueron publicadas las nuevas cifras por parte de la CEPAL para el pronóstico del 2020. Se destacan varios elementos. La dimensión de la caída mundial es la mayor desde la Segunda Guerra mundial, el PIB disminuirá en el 90% de los países.

Los únicos que no tendrán un PIB en negativo serán China, con un crecimiento de 1% -su tasa más baja en 40 años-, y los países de Asia Oriental y Pacífica con un crecimiento de 0,5%. En EEUU se proyecta una caída del 6,5%, en la UE de 8,7%, en el Reino Unido de 8,5%. El total a nivel mundial será una caída de 5,2% – el FMI la pronostica en 4,9%- mientras que en el 2019 se creció 2,4% y en el 2018 se creció 3,1%.

La caída en América Latina y el Caribe será 9,1% -según el FMI 9,4%-, lo que significa que su PIB a final del 2020 será similar al observado en el 2010. Según el FMI, el crecimiento será positivo en el 2021 con 3,7% y, si no se toma en cuenta Venezuela, será de 3,9%. Algunas de las cifras de la caída por países son: 9,1%. Argentina -10,5%, Bolivia -5,2%, Brasil -9,2%, Chile -7,9%, Colombia -5,6%, Ecuador -9%, Cuba -8%, México -9%. La caída de Venezuela está prevista en 26%, y el único país en crecer será Guyana con un crecimiento de 44,3%. Esa caída trae consigo los siguientes indicadores: 45,4 millones de personas más estarán en la pobreza, pasando de 185,5 millones a 230,9 millones, lo que representa el 37,3% de la población latinoamericana. Dentro de ese total de pobreza,28,8 millones de personas estarán en pobreza extrema, pasando de 67,7 millones a 96,2 millones de personas, es decir el 15,5% total de la población. La tasa de desocupación por su parte estará en 13,5%, es decir 5,4 puntos porcentuales más en el 2019, lo que arroja un total de 44,1 millón de desocupados vs 26,1 millón en el 2019 -la perdida global de empleo será mayor a la creada por la crisis del 2008/2009-. Se agrandará la desigualdad en la distribución del ingreso, el 70,2% de la población pertenecerá a los estratos de ingresos bajos o medios-bajos, es decir con ingresos per cápita hasta tres veces la línea de la pobreza, lo que significa que habrá una movilidad social descendente, con la disminución de los estratos medios, donde 33,5 millones pertenecientes a ese estrato dejarán de hacerlo e ingresarán a los estratos de ingresos bajos. En síntesis: mayor pobreza, extrema pobreza, desigualdad, desempleo, disminución de las clases medias, ensanchamiento de las franjas bajas y pobres, en una crisis donde según el FMI los más afectados serán los países de mercados emergentes y en desarrollo.

Estos datos ocurren dentro de lo que tanto la CEPAL como el FMI caracterizan como el inicio de la “gradual recuperación económica” que se encuentra bajo amenaza de una segunda oleada de covid19 –de ahí la importancia de la vacuna para asentar las tendencias ya que, en caso de haber una segunda oleada, pero con vacuna, el impacto sería mejor-. Una de las manifestaciones de esta periodización de pico de crisis y lenta recuperación es la volatilidad financiera: en marzo tuvo lugar el pico de salidas masivas de capitales de los mercados emergentes, y esa salida se revirtió a partir de abril, con una recuperación más rápida que en el 2008/2009, y desde ese momento hasta fin de junio diez países latinoamericanos emitieron bonos de deuda. Esta fase de recuperación gradual, inestable y bajo amenaza, tiene la particularidad del desacople/desconexión entre el mundo de las finanzas y lo que se denomina la economía real: mientras el primero se recupera y vuelve a inflar con mayor velocidad, el segundo resulta el más afectado y lento en la recuperación. Eso trae a su vez un peligro: esa hipertrofia del mundo de las finanzas es justamente parte de la crisis, y se está en una situación donde la acumulación de la deuda ha venido superando el crecimiento del ingreso mundial: en el cuarto trimestres del 2019 la deuda mundial superó los 255 billones de dólares, más del 322% del PIB mundial, incentivado a través de estándares de deuda más bajos y niveles de riesgo más altos. Este sobredimensionamiento de lo financiero acarrea, a su vez, un aumento de la desigualdad: mientras caen casi todas las variables, existe una concentración y aumento de las grandes fortunas: Jeff Bezos, dueño de Amazon, incrementó su patrimonio de 13.000 millones de dólares el lunes por la subida de 7% de las acciones de Ambazon, pasado a tener este año un incremento de 74.000 millones a 189.000 millones. Mark Zuckerberg, por su parte, aumentó su fortuna casi 15.000 millones de dólares.

Economía real: existe una reducción de la producción manufacturera, tanto en China como en los principales centros de comercio mundial, como EEUU y Alemania. La proyección es que el volumen de comercio mundial tenga una reducción de entre 13% y 32% -según la evolución del año- debido en particular al impacto de la interrupción de la producción en los países integrados a las cadenas de valor mundial. En el caso de América Latina eso tiene una implicación sobre el 20% del PIB, que es lo que representan las exportaciones de bienes, siendo los principales centros de exportación EEUU, China y la UE – en ese orden. En ese cuadro el crecimiento, pequeño, pero crecimiento de China representa la oportunidad para poder mantener exportaciones estratégicas, pero, en términos generales, habrá una fuerte contracción de la demanda externa para la región. Dentro de ese comercio de bienes existe además otro factor: la disminución de los precios de lo que se exporta desde América Latina, es decir la caída de los términos del intercambio. La casi totalidad de los productos registran una caída, salvo el oro que crece 15,9%. En los productos energéticos existe una caída de 39,3% respecto a los niveles del 2019: el petróleo cae 40%, los derivados de petróleo 42,7%, el gas natural 30,7%, el carbón 21,8%. La caída de los productos agrícolas y agropecuarios es de 6%. El pronóstico es que el valor de las exportaciones regionales caiga cerca de 23%, con una disminución de precios de 11% y una contracción de volumen de 12%, siendo que la exportación neta de productos primarios y manufacturados basados en ellos representa el 4,5% del PIB, un número que es mayor en América del Sur. Por último, se calcula que cerrarán 2,7 millones de empresas en la región, particularmente las microempresas y, en menor medida las pequeñas, sin contar los achicamientos de plantas. Esa tendencia es también propia de las crisis y agudiza las desigualdades: las pequeñas empresas, comercios que cierran, son remplazados por las empresas mayores, generalmente transnacionales, reduciéndose los puestos de trabajo e incrementándose la concentración empresarial. La estimación es que una cuarta parte de las pequeñas y medianas tiendas afectadas en EEUU y la UE no vuelvan a abrir. El FMI, en un artículo de Kristalina Georgieva, afirma que “muchos empleos nunca se recuperarán debido a que la crisis ha desencadenado cambios duraderos en patrones de gasto”.

Servicios: sin embargo, el impacto mayor de la crisis cae sobre los servicios, en mayor medida que sobre los bienes a diferencia del 2008/2009: turismo, aviación, alojamiento, restaurantes, entretenimiento, comercios. Es el caso del turismo, que es el sector más afecto, podría registrar una caída de 60/80% en el año: en el primer cuatrimestre cayó la llegada de turistas 35% en América del Sur, 39% en el Caribe, y 35% en Centroamérica, con la gravedad de que en varios países del Caribe el turismo representa alrededor de la mitad del PIB y del empleo – en el caso de Venezuela la caída del turismo no parece traer un gran impacto debido a que el país está en gran parte fuera de los circuitos turísticos internacionales. Otra reducción es la de las remesas, debido a que en los países donde se encuentran los migrantes baja la actividad económica y aumenta el desempleo. Según los cálculos hasta mayo las remesas disminuyeron 7% comparado con el mismo período del 2019.

Ante este contexto de crisis han aparecido diferentes medidas económicas por parte de los gobiernos, con diferentes priorizaciones según las orientaciones políticas. Esta valoración debe darse, además, desde la premisa de que ninguna estructura económica y sanitaria tenía la capacidad para enfrentar este escenario, en particular en nuestro continente. Los frentes principales han sido/son lo sanitario, lo económico, dividido en lo empresarial/productivo, lo laboral y lo social. Quien ha puesto/pone la casi totalidad de los recursos ha sido el Estado, a su vez afectado económicamente por la crisis con, por ejemplo, la caída de la recaudación tributaria por la contracción de la actividad económica, la baja de los precios y cantidades de productos exportables -siendo el actor directo o cobrando impuestos. Es interesante remarcar como el FMI, a través de su nueva directora, Georgieva, ha venido sosteniendo una línea contraria a su ortodoxia neoliberal/ajustadora/austera histórica, algo que se venía advirtiendo desde el inicio de la renegociación de Argentina –con el apoyo explícito de Georgieva a la propuesta del gobierno con los bonistas privados- que ahora se ratifica en este momento. En lugar de indicar la tradicional receta, propone realizar una política de protección de los hogares, los trabajadores, las empresas mediante el alivio de pago de impuestos y contribuciones a la seguridad social, destaca la importancia de las pequeñas y medianas empresas, mantener una política monetaria “laxa” en los casos en que el nivel de inflación sea bajo, y que el Estado mantenga esa política: “son mayores los costos de un repliegue prematuro del Estado a la continuación del apoyo”. Junto con eso propone continuar con la Iniciativa de Suspensión de la Deuda propuesto por el G20. El FMI, en estos tres meses, ha realizado préstamos a 72 países por un total de más de 25.000 millones de dólares, de los cuales 17 préstamos han sido a países de la región para un total de 5.200 millones -lo que, visto en perspectiva al préstamo a Argentina, es poco- y se aprobó el acceso a la línea de crédito flexible a Chile, Perú y se renovó el acceso a Colombia.

La hipótesis es que la postura del FMI se deba a una necesidad: la economía está en una situación crítica de recesión, los principales países que toman deuda son los más afectados por la crisis, la deuda con Argentina dejó al principal cliente en quiebra, y el FMI necesita recomponer legitimidad y permitir una estabilización de los países para poder realizar nuevos préstamos y cobrar las deudas. En el caso puntal de Argentina, su postura de apoyo en la renegociación con los acreedores privados con ley en EEUU, encabezados por Black Rock, la postura de apoyo del FMI parece deberse a garantizar que el gobierno logre un acuerdo viable para luego poder negociar su propia deuda y garantizar el cobro. El gobierno de EEUU parece jugar a dos bandas con Argentina: por un lado, la presión vía Black Rock, y por el otro el consenso vía FMI.

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Pedro Luis Martín Olivares
Economía y Finanzas

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