Pedro Luis Martín Olivares – Luego de la crisis financiera del 2008- 2009 las empresas estado unidense dejaron de ser neutrales, para el 2018 y 2019 más de 100 empresas de diversos sectores asumieron posiciones públicas y notorias sobre asuntos constitucionales, ambientales y sociales, habitamos en un mundo donde cambiar de opinión, generar ventas o comenzar un movimiento depende de un tweet o la publicación de un influencer con un número importante de seguidores; no obstante, resulta que estos influencers ahora son líderes empresariales y CEO.
Sí bien es cierto que hasta hace poco los lideres de las empresas estadounidense se abstenían de hablar de política, es claro que los tiempos han cambiado. A principios de este año el ex CEO de Starbucks, Howard Schultz anunció que estaba pensando en postularse para presidente de los Estados Unidos, pero no es él primero, en querer sentarse en el despacho de la Casa Blanca.
Este activismo de lo líderes empresariales es en parte una respuesta al estancamiento político, el desacuerdo con los controles, así como las posiciones sobre la desigualdad, las guerras culturales, el nacionalismo económico y el clima, producto de las políticas ejercidas por la actual administración. Las voces de los CEOs corporartivos han ejercido un liderazgo ausente en asuntos sociales y políticos en Estados Unidos, y claro logran llegar a sus seguidores porque estos hablan sin un guión establecido, vuelve personales los problemas y además los comparten como experiencias propias de vidas. Claro adoptar estas posturas es más cómodo y divertido que aumentar los márgenes de EBITDA. Hasta ahora, el camino ha sido sencillo, sin embargo, esta situación pudiese cambiar para el 2020, toda acción genera una reacción, y esta nueva generación de activistas pudiese enfrentar tres problemas que los políticos veteranos conocen bien: el manejo de la hipocresía, el riesgo de una recesión y cambios ideológicos desestabilizadores.
Recientemente, Jamie Dimon, de JPMorgan Chase, aseguró en su carta anual a los inversores que las necesidades sociales de los ciudadanos no se están satisfaciendo, además Dimon en su misiva sugirió como se pudiese corregir la situación. Por su parte los jefes de Silicon Valley ríen a una minoría de empleados radicalizados. A los jefes les gusta afirmar que sus empresas lideran la lucha contra las emisiones de carbono. En 2017, los jefes se unieron a cumbres que ondeaban banderas en la Casa Blanca. Y más de 180 CEOs han firmado una declaración de la Mesa Redonda de Negocios que su objetivo no es solo servir a los accionistas, sino también a clientes y trabajadores.
Algunos CEOs creen que no deben guardar silencio cuando una propuesta de política gubernamental podría afectar a sus empleados; estos jóvenes empresarios educados en universidades con visión de futuro, pudiesen estar dando respuesta a las exigencias de una creciente población milenaria ó pudiesen también estar motivados por el idealismo, la vanidad y un calculado el interés propio. Lo cierto, es que también ayuda que, hasta ahora, el activismo del CEO haya sido gratuito. Al igual que algunos políticos, algunos líderes empresariales con gusto toman crédito por cosas que no controlan. La mayoría de los CEOs que se comprometen a luchar contra el cambio climático no dirigen empresas responsables de ello. Si tomamos las 200 empresas occidentales más grandes que divulgan cifras de emisiones. Fácilmente podríamos encontrar que las 20 principales son responsables del 70% de todas las emisiones y las otras 180 no importan demasiado, y como algunos políticos, algunos CEOs hacen promesas que no pueden cumplir.
Ahora más que nunca, la sociedad exige valores, pero también exige resultados, cada acción genera una reacción, y es aquí donde las tres desventajas del activismo del CEO se volverán más evidentes. En primer lugar, en cuanto a las acusaciones de hipocresía, los ejemplos no son difíciles de encontrar, Nike, que ha promovido una marca virtuosa, se ha visto envuelta en un escándalo de dopaje. BlackRock, un administrador de fondos que empuja a otras empresas a invertir más, gastó más del 100% de su propio flujo de efectivo en recompras en los últimos 12 meses. Visa firmó la carta de la Mesa Redonda defendiendo a los clientes, pero es parte de un oligopolio de pagos. En una sociedad donde impera el doble discurso, la inconsistencia entre las palabras y las acciones de algunos líderes se volverán demasiado evidente, y es aquí donde su reputación puede sufrir, de eso sabe Mark Zuckerberg de Facebook.
En segundo lugar, si hay una recesión, los CEOs activistas lucharán por conciliar los intereses de los empleados y su deber fiduciario con los accionistas. En las últimas dos recesiones, las empresas estadounidenses redujeron su salario en un 6%; Si no lo hubieran hecho, las ganancias habrían sido un 24% más bajas. Esta flexibilidad es un sello distintivo del capitalismo estadounidense. El conflicto entre la lógica empresarial y la postura política ya es evidente en las empresas que enfrentan interrupciones tecnológicas. Tenemos a Mary Barra de General Motors, una destacada firmante de la Mesa Redonda, en septiembre de 2019 se enfrentó a una huelga de 46,000 trabajadores que se quejaron de un pago injusto y el cierre de fábricas mientras intentaba cambiar GM a vehículos eléctricos.
Por último, tenemos la tercera desventaja, que además de esto conocen bien los políticos, y es que el terreno ideológico puede cambiar rápidamente. Experiencia que todavía no han adquirido los CEOs, estos esperan que al adoptar causas sociales y políticas puedan calmar los sentimientos más radicales. La campaña presidencial en 2020 presentará muchas críticas a las grandes empresas, algunas de ellas legítimas. Las propuestas de los demócratas incluyen la incorporación de trabajadores en las juntas directivas, exigencias a las empresas de atención médica y freno a los monopolios, más obviamente en la gran tecnología y bueno no todos reaccionan de igual forma cuando son tocados sus intereses.
Lecciones para los gerentes
Para fines de 2020, los CEOs de Estados Unidos, se darán cuenta de que la postura política no es tan fácil como redactar un Tweet o dar un like. Los líderes empresariales deben proceder con cuidado, sopesando si sus posiciones políticas y la naturaleza de estas pueden tener consecuencias no deseadas. El trabajo del gobierno es establecer las reglas y el trabajo de las empresas maximizar el valor dentro de estas reglas. Una de las fortalezas de la economía estadounidense es que se basa en una economía estable y negocios financieramente exitosos. No es necesario que todos los CEO y líderes empresariales se conviertan en activistas, bastaría con innovar y eso significaría satisfacer a los clientes (incluidos los socialmente conscientes), invertir en innovación rentable (incluyendo en tecnologías verdes) y atraer trabajadores (pagándoles más).
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Pedro Luis Martín Olivares
Economía y Finanzas
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